
'Júbilo Terminal' es la última propuesta teatral de la sala El Sol de York. Dirigida por Jesús Castejón y José Pedro Carrión, la obra se representa en perfecta consonancia con el ambiente y cercanía del espacio escénico. Dos generaciones insatisfechas e incompatibles, encuentran un puente de desunión en su pasión por el teatro, convenciendo a los espectadores de que, pese a lo que nos hagan creer, el arte no se resigna a envejecer.
Rescatando así retazos y fragmentos de los más celebres personajes dramáticos, un actor jubilado e irascible, interpretado magistralmente por el Premio Nacional de Teatro, José Pedro Carrión, trata de resucitar una personalidad muerta que quedó escondida entre los versos de Hamlet, Ricardo III o el Rey Lear, tal y como le sucedió al también presente Cyrano de Bergerac. Aquel momento que fue su esplendor, aquellos textos que se convirtieron en su día a día, parecen haber marchitado y haberle sumido en la mayor de las desgracias, tratando de localizar una razón de ilusión en donde sólo quedan cenizas.
La joven promesa, a la que da vida Valery Tellechea, siente el escenario desde una perspectiva muy diferente. Luchando por sus intereses y defendiéndose como una amante innata del teatro por el teatro, argumenta sus afirmaciones recitando versos del dramaturgo y poeta Alfonso Vallejo.

Ambas personalidades, enfrentadas en el negro vacío del teatro y obligadas a convivir en un mismo tiempo, discuten y teorizan acerca de la sociedad actual, en la que impera la banalidad y el detrimento del arte. El teatro, sumido también en la desdicha, se interpreta como un canto a libertad y una condena al sufrimiento, viéndose embestido y glorificado por los contrarios que suponen la esperanza y el miedo, el deseo y el rechazo.
Los polos opuestos quedan representados en el escenario y su vestuario, en la estética y el decorado. Verde frente a rojo, que se torna en negro. Mujer frente a hombre. Juventud frente a ancianidad. Esperanza frente a desesperación. Lucha frente a resignación. Ambos personajes se contradicen y se apoyan, se carcajean y mofan, tratando de mejorar y cambiar el mundo por medio de conversaciones existencialistas que sumen a ambos actores en la depresión y esporádica felicidad que ofrece su profesión.
El montaje, buscando desafiar a dos mundos y perspectivas dispares, ahonda en la situación actual de las artes escénicas, en el consuelo y la euforia que supone el dedicarse a ellas. La entrega, el amor y la literatura hallan así su júbilo en el teatro, en el que pese a estar en crisis, siempre se encuentra una razón para continuar.
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