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lunes, 30 de diciembre de 2013

En la piel de Llewyn Davis

EXTRA!

El buen cine no ha muerto. Aquel, quiero decir, realizado con esmero, dedicación, en el que cada detalle está medido al milímetro y cada plano cuenta una historia, sin elementos insustanciales, sólo un trabajo sincero. Los hermanos Joel y Ethan Coen presentan su último largometraje, 'A propósito de Llewyn Davis', que no es que sea una pieza más de su extensa filmografía, sino uno de los mayores éxitos de su carrera.

Perseguir tus propios sueños, la autosuperación, los obstáculos o la desesperación suelen ser temas bastante recurrentes en el séptimo arte. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de música folk buscando su lugar en el mundo. Pero no estamos ante un simple biopic. No es como en esas películas en las que vemos el esfuerzo de un personaje que acaba recogiendo lo sembrado, no. Aquí, el espectador presencia algunos días en la carrera del artista desde un punto de vista real, diferente.

Ambientada en la escena musical del Greenwich Village de 1961, Davis se ve sumido en una depresión causada por el suicidio de su compañero de grupo, algo de lo que prefiere no hablar hasta el momento. Apenas tiene dinero y, constantemente, debe recurrir a sus amigos para poder pernoctar bajo techo, pero eso no le impide seguir creyendo en sí mismo. Con la guitarra a cuestas, intentará buscar su sitio, tendrá que replantearse el alcance de sus propios sueños y verá hasta qué punto sus conocidos están dispuestos a ayudarle.

El espléndido trabajo de Oscar Isaac es intachable. Su interpretación y expresividad desprenden un realismo extraordinario. Los constantes cambios de humor del protagonista realzan la emotividad del largometraje, dándole un sentido completo a la acción. El actor podría expresar la actitud depresiva constante, el bochorno que siente al ser ayudado, la indignación o el miedo sin necesidad de diálogos, tan sólo con su mirada, su expresión facial. El espectador se ve arrastrado totalmente por el choque de sentimientos. Es inevitable desear que tenga éxito, que algo le salga bien, que no pierda la esperanza en él mismo y esto es lo que hace brillar el trabajo de los hermanos Coen.

Por otro lado, Jean (Carey Mulligan) y Jim (Justin Timberlake) forman parte del círculo de amistades de Davis. A través de los diálogos es fácil darse cuenta de que Jean es una parte indispensable en la vida del cantante, su lado más racional. La frustración, el cansancio y el enfado que transmite la actriz intensifican la trama principal. Sus palabras, intensas, severas y llenas de dolor, siempre llegan en el momento más conveniente. Por el contrario, su compañero Jim parece aportar un grano de felicidad y desentendimiento de lo que le rodea. El polifacético cantante Justin Timberlake presenta unas dotes de actor que pasan desapercibidas en un rol de cantante folk que no termina de ser creíble por su voz.

Mención especial para John Goodman, con un papel que roza la parodia y que, como era de esperar, interpreta a la perfección, aunque su aparición sea un tanto fugaz en la historia.


Un detalle brillante y original en el filme es la figura del gato que acompaña al protagonista en la mayoría de sus andanzas. Al principio, el animal parece formar parte de una simple anécdota, pero en realidad resulta ser la reencarnación del propio Davis vista a través de un personaje mudo.

La trama, basada en la biografía del cantante estadounidense Dave Van Ronk, es un enfoque muy personal de la vida del artista. Con un ritmo tranquilo, su narración, que termina en el mismo punto en el que la película empieza, se ve adornada por unas pequeñas dosis de comicidad oscura y diversión, desplegadas al inicio, para, poco a poco y sin que el espectador se percate, adquiera tintes dramáticos e intimistas más intensos que en anteriores trabajos de los Coen.

Posee una temática muy similar a otras obras de los hermanos, como 'O'Brother, Where Art Thou?', en la que los personajes se dejan llevar por un camino lleno de obstáculos para poder llegar a casa. Historias de perdedores encerrados en sus propias existencias que están destinados al fracaso pero que siguen luchando para que la veleta de sus vidas gire en otra dirección.

Acompañado de la verosimilitud de la historia, el tratamiento fotográfico otorga una atmósfera setentera verdaderamente lúgubre y triste. Es el complemento indispensable para la gran banda sonora que se presenta, compuesta por temas muy notables que fluyen suave y delicadamente. Los propios actores, Isaac, Mulligan y Timberlake, además de secundarios como Marcus Mumford y Punch Brothers, dan voz a cada una de las canciones, también protagonistas del proyecto. Una dosis musical en su justa medida que resulta indispensable en la propia trama, aportando acción y sentimientos relevantes, constituyendo una vía de escape para Davis.

Conectar con lo que un personaje siente a través de sonrisas agridulces y la esperanza más angustiosa es la magia básica del verdadero cine. Por suerte, 'A propósito de Llewyn Davis' nos recuerda algo tan esencial del séptimo arte y que prácticamente estaba quedando en el olvido.


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