viernes, 13 de diciembre de 2013

Un ensayo impecable sobre la esclavitud

EXTRA!

El excepcional trabajo del siempre aclamado Steve McQueen, '12 años de esclavitud', narra la brutal experiencia, basada en hechos reales, que vivió el violinista negro Solomon Northup a mediados del siglo XIX, siendo secuestrado y vendido como esclavo a los terratenientes de las plantaciones del Sur de Luisiana. 

El director británico ha puesto todo su empeño en trasladar al público una historia que no puede evitar compararse, por su ejemplo de superación y por la inhumanidad de su entorno, con el mundialmente conocido 'Diario de Ana Frank'La película, que llega este viernes 13 de diciembre a los cines españoles, está nominada a siete Globos de Oro y parte como favorita para los próximos Oscar. 

El film es un ensayo sobre la esclavitud en todas y cada una de sus dimensiones: la esclavitud que viven aquellos que son considerados de una raza inferior o que ni siquiera son considerados personas; la esclavitud de la mujer, que siempre es doble esclavitud; la esclavitud de aquellos que son despreciados y sólo son capaces de odiar; la esclavitud que puede provocar la religión; la esclavitud de aquellos que se sienten inferiores y culpan a aquellos que creen mejores que ellos mismos; y, sobre todo ello, la libertad que supone el conocimiento. 

La trama reflexiona sobre el peligro que puede suponer para el sistema una persona alfabetizada que crea por sí misma su propio pensamiento, y sobre el hecho de que sólo esto puede llevar a la conservación de la dignidad cuando el mundo y todo aquello en lo que habías creído se desmorona.

Así, Steve McQueen confirma con su tercer largometraje su interés por la materialidad del cuerpo humano. Ya en 'Hunger' potenciaba las facetas más escatólogicas de la humanidad como medio de rebelión, así como las heridas que las convicciones pueden provocar. Por otra parte, en 'Shame' se centraba en la dimensión sexual y en cómo una obsesión puede llegar a desbordar la existencia. Esta vez, el director se centra en el dominio del cuerpo humano por aquellos que lo consideran una más de sus propiedades.

Reseñable la inteligente e intensa dirección, que ya desde los primeros fotogramas nos señala que no sólo quiere hacer patente una realidad, sino que cuenta con una clara opinión de la misma. En una de las primeras secuencias el espectador visualiza a un Chiwetel Ejiofor encadenado en un sótano para ver, seguidamente, cómo la cámara sale del edificio para trasladarse por los tejados la ciudad de Washington hasta llegar a la Casa Blanca, señalándola claramente como responsable de tantas historias similares a las del protagonista.


Michael Fassbender lleva a cabo una portentosa interpretación en esta tercera colaboración con el director. El actor da vida a un terrateniente que expresa con cada uno de sus gestos y actos que considera a los esclavos parte de su propiedad. En cierto modo los aprecia, pues son sus posesiones, pero como tales los trata, sin soportar la idea de que tengan capacidad de iniciativa o de decisión propia, pues en su mente sólo tiene sentido su existencia si complacen sus necesidades.

Estéticamente impecable, con una impronta pictórica innegable, Steve McQueen parece querer trasladar el realismo de escenas como 'Los Picapedreros' de Courbet o 'Las Espigadoras' de Millet a las plantaciones del Sur de Estados Unidos, destacando constantemente la monumentalidad del cuerpo humano en contraste con el gran espacio vacío de los campos de trabajo, concediendo a los esclavos el papel de silenciosos héroes,que sólo rompen su silencio para cantar 'Roll, Jordan, roll'.

Fotografía preciosista que potencia la magia del paisaje y la luz de las profundidades del Sur, que se encarga de enfatizar la delicadeza del blanco algodón frente a la dureza del trabajo que los negros realizaban para que otros lo disfrutasen. Terriblemente conmovedora resulta la historia de la pequeña Patsey (Lupita Nyong'o) y las consecuencias que una simple pastilla de jabón puede tener.

En todo momento se muestra la unión de los esclavos frente al aislamiento de la figura de los propietarios para darnos a entender, por un lado, que no se trata de la historia de un solo personaje y, por otro, que la lucha colectiva termina triunfando, con mucho esfuerzo, a largo plazo. Brad Pitt sirve de conclusión a este ensayo, pues en palabras de su personaje, el carpintero Samuel Bass, 'ningún ser humano puede dar latigazos a otros sin destruirse él mismo'También Tarantino en 'Django desencadenado' nos mostraba, no hace mucho, aunque desde un tono completamente distinto, la dureza y brutalidad del mundo de los esclavos negros. 

Tras el reciente fallecimiento de Nelson Mandela, todo un símbolo del movimiento por los derechos de los negros, nos hallamos de nuevo ante un manifiesto por la libertad e igualdad de los seres humanos, justo en el año en que se cumple el 160 aniversario de la libertad de Solomon Northup.

1 comentario:

  1. No he visto aún la película, pero la reseña que he leído me induce fuertemente a ir a verla muy pronto, tal vez mañana mismo. Gracias.

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