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jueves, 2 de enero de 2014

El mundo interior de una ninfómana

EXTRA!

Pantalla en negro como un vacío existencial. Silencio, el de la más absoluta soledad. Transcurridos un par de minutos y con un ligero sonido de agua cayendo, aparece la imagen de un solitario y agónico callejón con una mujer tendida en el suelo, herida y aparentemente inconsciente. La cámara recorre el lugar contextualizando el encuentro entre los dos protagonistas, Joe (Charlotte Gainsbourg) y Seligman (Stellan Skarsgård). Un ambiente lento y silencioso que finalmente se rompe de forma estridente con el tema 'Führe mich', del conocido grupo alemán Rammstein. Así es como arranca el nuevo trabajo del provocador director danés Lars von Trier, 'Nymphomaniac: parte 1', una de las películas más controvertidas y esperadas de los últimos meses, en la que se narran las vivencias de una mujer adicta al sexo.

En esta primera cinta se encuentran los cinco capítulos iniciales que dan a conocer la vida de una joven Joe (interpretada en esta etapa por Stacy Martin) desde la infancia y su despertar sexual hasta la adolescencia tardía. Una historia humana, narrada en primera persona, en la que la protagonista reflexiona sobre sus constantes relaciones, los encuentros con su primer amor (Shia LaBeouf) y su padre (Christian Slater). Destrozada interiormente y con un fuerte odio hacia sí misma, trata de hacer entender a su oyente, Seligman, que sin duda representa a cualquiera de los espectadores, el dolor y el sufrimiento colateral ocasionado, muchas veces a conciencia. En contraposición, este se encarga de cuidar a la joven mientras escucha su drama, cuestionándola e intentando hacerla ver, a través de metáforas como la pesca con mosca y las polifonías de Bach, que no debe ser tan dura consigo misma. Comprensivo y piadoso, actúa como antagonista dialéctico, tratando de entenderla desde la mayor cercanía posible, con una mirada positiva que choca constantemente con el trágico pesimismo de Joe.

Stacy Martin, actriz sobre la que recae el paso de toda la acción, despliega un atractivo increíblemente seductor y fascinante, pero no parece estar a la altura en las escenas más dramáticas, mientras que Shia LaBeouf sobresale a través de gestos y miradas llenas de tensión y deseo, siendo uno de los mejores papeles de su carrera.

Mención especial para la interpretación de Uma Thurman, con un diálogo brillante, divertido, mordaz y sorprendente, sobre todo por la situación tan dura en la que se ve sumergido el propio personaje. Su aparición ocupa pocos minutos del metraje, pero deja huella en la historia y en la mirada del espectador.


Durante las casi dos horas, el guión se desenvuelve en un constante juego moral con diálogos cargados de dobles sentidos. El director deja frases sumamente memorables en un relato en el que, como es natural en el trabajo del director danés, los diálogos resultan totalmente sofisticados e intelectuales, con paralelismos constantes con la pesca, las teorías numéricas de Fibonacci, la música de Bach, 'La caída de la Casa Usher' de Edgar Allan Poe, la religión o la naturaleza. Si bien es cierto que, en ocasiones, peque de pedantería y pierda el tono de naturalidad, la suma de pequeñas dosis de humor satírico llega a ser muy agradecida. Un constante coloquio que cohabita con la austeridad de los decorados, que apuntan a la miseria, no sólo física, sino también del alma.  

A pesar de venderse como una película con contenido pornográfico, apenas hay escenas de sexo explícito, pero sí abundantes desnudos parciales. Por encima de todo, es un drama, una narración que invita a elevar al espectador a un plano de significación más profundo. Se dan situaciones extremas, pero en ningún caso parece inverosímil ni mucho menos escandaloso. El ritmo del montaje fluye a la perfección, afilado, bien estructurado e imaginativo, sobre todo al dividirse en varios episodios aparentemente autónomos, pero que van hilando la trama. Un recurso que parece ser ya algo común en los trabajos del cineasta.

Impecable, también, el trabajo de cámara, con una estética visual rigurosamente cuidada a cargo de Manuel Alberto Cano, director de fotografía del filme. Una brillante labor que se ve, en ocasiones, ensombrecida por ciertos cortes que delatan la falta de esas escenas censuradas. Resulta triste que la cinta haya tenido que ser mutilada en dos volúmenes, en una edición en la que se ha suprimido prácticamente una hora del metraje original, para poder realizar su distribución, a pesar de no contar con el beneplácito del autor, aunque sí de su autorización. Sin embargo, esta primera parte mantiene una total coherencia de principio a fin.

Lars von Trier despierta en el espectador la necesidad de continuar con la historia, de saber qué le ocurre a Joe. Con un pequeño avance entre créditos, la segunda parte promete mayor dureza que esta simple introducción al mundo interior de una ninfómana.

Original, arriesgada e intelectual, 'Nymphomaniac: parte 1' queda a la espera de su continuación, que se estrenará en cines el próximo 24 de enero. Sólo entonces, el público podrá tener entre sus manos el nuevo trabajo al completo del director danés. No hay reinvenciones ni escándalos. El séptimo arte simplemente puede ser atrevido.


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