Tu medio digital sobre ocio y cultura en Madrid

viernes, 10 de enero de 2014

El poema del gran maestro

EXTRA!

Considerado como uno de los grandes artistas del cine asiático moderno, el director hongkonense Wong Kar-Wai regresa a la gran pantalla con su último trabajo, 'The Grandmaster', tras seis largos años de espera. Una macroproducción que se apoya en las hazañas del legandario maestro de Wing Chun, Ip Man (Yip Kai Man, interpretado por Tony Leung), quien, en su día, fue el mentor del famoso actor Bruce Lee y, lo que es más importante, el hombre que ayudó a la difusión de las artes marciales a nivel internacional.

Con su particular estilo visual, el autor se ha centrado, en especial, en la historia de los maestros de Kung-fu que coincidieron con Ip Man a nivel histórico. No estamos ante el típico cine de artes marciales, en donde la idea principal gira en torno a la venganza o la ley del más fuerte; ni ante un biopic tradicional, sino más bien frente a un drama que comienza su andadura en la China de 1936, en la ciudad de Foshan. 

El gran maestro Baosen (Gong Yutian, interpretado por Wang Qingxiang), presidente de la Orden de las Artes Marciales Chinas, trata de buscar un sucesor digno. Junto a su hija, Gong Er (Ziyi Zhang), especialista en Ba Gua y la única que conoce la figura mortal de las 64 manos, acude a la fiesta de despedida del mismo, en donde el protagonista tendrá que mostrar sus habilidades ante el resto de expertos. El asesinato de Baosen y la ocupación japonesa durante siete años, en los que el país quedará sumido en la miseria, hacen que Ip tenga que sacrificar su acomodada vida.

Como viene siendo habitual en la filmografía del artista, Kar-Wai muestra una mirada intimista y poética sobre cada uno de los personajes principales, quienes son sumamente comedidos a la hora de mostrar emociones. Así pues, la trama romántica entre el protagonista y Gong Er, en la que se observa el lado más humano de ambos, está repleta de miradas de deseo y admiración contenidas, suspiros que dejan a flor de piel las decepciones y silencios que parecen eternos. Su conexión, siempre entre sombras, parte de la admiración que sienten mutuamente, creando momentos de intimidad y complicidad entre los dos. La melancolía y la compasión se ven envueltas en sorprendentes escenas marciales cargadas de notable sensualidad.

Tony Leung brilla con luz propia durante todo el largometraje, mostrando una mayor profundidad en cada uno de sus gestos, que, aunque escasos, retratan a un hombre serio, entregado a su modo de vida. Su compañera de reparto, Ziyi Zhang, deja en la retina momentos de gran intensidad al verse embargada por la muerte de su padre y arrastrada por la tortura de la venganza.

Cabe mencionar que Chang Chen, otro de los actores fetiche del director asiático, también forma parte del elenco. Su personaje, 'El navaja', pasa totalmente desapercibido al mantenerse al margen de la trama principal. A pesar de ello, sus escasas intervenciones resultan realmente sólidas gracias al duro entrenamiento al que se sometió para llegar a dominar la disciplina 'baji', labor que también le otorgó el primer premio en el campeonato nacional chino de este estilo en 2012.

La cantidad de acontecimientos que tienen lugar en la narración desbordan la propia historia de la cinta, al igual que les ocurrió a sus antecesoras, Wilson Yip y Herman Yau, quienes también crearon biopics basados en la vida de Ip Man. Las elipsis y los constantes pero forzosos textos explicativos dan un toque disperso al drama que impiden que el espectador consiga conectar e, incluso, que se sienta confuso en determinados momentos. Y es que Wong Kar-Wai parece haber volcado todo su esfuerzo en la estética visual del proyecto, siendo imposible obviar que esta destreza sea su sello de identidad.

El autor saca el máximo partido a cada una de las escenas, destacando los pequeños detalles. La cámara lenta y los largos travellings están presentes de forma constante, aportando mayor dramatismo al ambiente. Es innegable su gran belleza, tan cuidada y milimétricamente estudiada que roza la perfección. Todo ello adornado por decorados elegantes pero decadentes, propios de la China de los años 40, y de localizaciones majestuosas como los paisajes nevados del noroeste del país.


Con respecto a las escenas de lucha, los combates resultan verdaderamente espectaculares e hipnóticos, aunque en algunos casos la acción no se pueda visualizar bien debido a los planos tan cortos que realiza el director, en los que se muestran al detalle los gestos de los luchadores. En este caso, Yuen Wo Ping es el coreógrafo de las mismas, quien dejó huella en películas de la talla de 'Matrix', 'Kill Bill' y 'Tigre y Dragón'.

Resulta destacable la música que acompaña al largometraje, que corre a cargo del compositor japonés Shigeru Umebayashi, conocido por ser un gran estudioso de la música hongkonesa de los años 20 y 30. Un artista de confianza para el autor, al igual que para otros famosos directores asiáticos, como Zhan Yimou

Por último y como consejo, mejor no moverse del asiento cuando aparezcan los créditos. El director guarda, como sorpresa, algunas escenas de acción totalmente contemplativas para el disfrute de los aficionados al cine de artes marciales. Quizá no sea uno de los mejores trabajos de Wong Kar-Wai, pero es indiscutible que 'The Grandmaster' es un hermoso y potente poema visual que enamora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario