lunes, 17 de febrero de 2014

La crueldad de nuestros semejantes

EXTRA!

'Me llamo José, aunque la gente me llama Pepe el Tira'. Así arranca en el madrileño Teatro de La Abadía la adaptación escénica de uno de los mejores cuentos del escritor chileno Roberto Bolaño, que el director teatral Àlex Rigola ha convertido en una intensa y sugestiva suerte de lectura dramática que se convierte en una experiencia única por la maestría de Joan Carreras y Andreu Benito, actores que protagonizan 'El policía de las ratas' hasta el domingo 23 de febrero.

El montaje, de apenas 55 minutos, se aleja de aquel inmenso '2666' con el que Rigola se alió por primera vez con Bolaño, en un montaje difícil de olvidar por su hondura y respeto al texto original. Se distancia, decimos, porque esta vez el espectador siente el escalofrío por una violencia que nace y golpea sirviéndose de las palabras – llenas de matices – de los intérpretes, algo que hace que pase inadvertida su austera escenografía, obra de Max Glaenzel.

Joan Carrera es Pepe el Tira, un policía que investiga un asesinato hasta obsesionarse por la muerte de un bebé rata, algo que le hace regresar una y otra vez al lugar del crimen para intentar comprender el caso. Sobrino de la rata imaginada por Kafka, Josefina la Cantora, el protagonista se acaba descubriendo como una rata más dentro de la historia. Su compañero en escena, Andreu Benito, actúa como voz del resto de personajes, del comisario al mismo asesino que ronda por las alcantarillas.  

Una bolsa de plasma gotea sangre de rata a un lado y una manta alumínica cubre los restos de una enorme rata con el cuello rajado al otro, pero es justo en el centro de ese escenario donde reside toda la fuerza de la producción, en dos sillones y micrófonos que dan cobijo y voz a dos hombres que trasladan al público a las cloacas, donde rondan comadrejas, serpientes y cocodrilos ciegos.

El montaje, que sobrecoge a los presentes por la cruda reflexión que lleva a cabo, cautiva por el buen hacer del director catalán y de unos actores que se sirven de sus voces y gestos para ganarse el aplauso sincero que el público regala a este bello homenaje a Bolaño.  


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