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jueves, 4 de septiembre de 2014

El universo mágico de Jorge Blass

EXTRA! 

De un juego de origami sale una paloma blanca. De una caja de cartón llena de misterio, una silla que cambia de posición cada vez que quiere. Y del público, el aplauso constante ante los trucos de uno de los ilusionistas más famosos del mundo: Jorge Blass. El madrileño comenzó a dedicarse al mundo de la magia en el año 2000, fecha desde la que ha sido galardonado con premios como la Varita Mágica de Oro y ha alcanzado méritos como convertirse en el director del Festival Internacional de Magia de Madrid. En los últimos años, el joven ha presentado su magia en lugares como el Dolby Theatre o la Exposición Universal de Shanghái.

En el espectáculo 'El arte de la magia', que puede verse hasta el próximo 21 de septiembre en el Teatro Compac Gran Vía de Madrid, Jorge Blass demuestra lo que mejor sabe hacer con juegos en los que el público interactúa constantemente, a veces sabiendo dónde se encuentra el truco y otras quedándose con cara de estupefacción en el patio de butacas. El propio ilusionista se ha encargado del guión y de la dirección de un montaje al que podríamos pedirle ciertas mejoras en su realización, sobre todo en el truco que protagoniza un teléfono móvil en el que si uno se encuentra en las primeras filas se percata de detalles que no debiera.

Jorge Blass acierta a la hora de dirigirse de forma constante al espectador, haciendo uso del humor e introduciendo una proyección en la que rostros conocidos reflexionan sobre el ilusionismo. El montaje, que se estrenó el año pasado en el Teatro Coliseum de Barcelona con gran éxito en taquilla, puede disfrutarse en Madrid de miércoles a domingos. En tiempos en los que es fácil perder la ilusión, conseguir sorprender al público mediante algo que parece imposible tiene mucho mérito.


Una pena que los trucos que tienen que ver con la magia de cerca no se aprecien en un teatro tan grande y que la cámara con la que se pretende mostrar la puesta en escena ampliada no sea de gran calidad. No tiene sentido ver el montaje en el anfiteatro, desde donde no se aprecian buena parte de los objetos con los que se juega durante la representación.

Aunque hay números que sorprenderán especialmente a los más pequeños, los adultos no desentonan en una producción en la que cercanía, interacción y sorpresa van de la mano durante la hora y veinte de una función en la que hasta las redes sociales están presentes. Sorprendentes, sobre todo, las levitaciones de objetos y las apariciones de personas, algo a lo que hasta ahora no hemos encontrado una explicación lógica. En eso, posiblemente, resida la fuerza de la ilusión. Si algo pueden dar por sentado es que saldrán del teatro con una sonrisa.


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