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miércoles, 25 de marzo de 2015

La unión del paladar hace la fuerza

EXTRA! 

¿Quién dijo que las relaciones de pareja eran sencillas? En todos los noviazgos hay altibajos, discusiones por pequeñas cosas que se convierten en un mundo, pero hasta dónde estamos dispuestos a llegar para salvar una relación. En esa tesitura se encuentran los protagonistas de 'Emplátame el corazón', una obra de teatro dirigida por Juan Luis Iborra que puede verse cada viernes en el madrileño Teatro del Arte.

Bea (María Martín) y Ramón (Carlos Ceña) acuden al psicólogo para salvar su relación. Por recomendación de su terapeuta deciden hacer un viaje culinario por Europa, ya que su principal problema son los hábitos alimentarios. Ella, aficionada a la comida basura, no soporta compartir mesa con su marido, un sibarita de lo gourmet.

Esta infeliz pareja viaja por algunas de las ciudades más románticas de Europa acompañada por su conciencia, a la que interpreta José Cerrato. París, Roma, Berlín y Lisboa serán testigos de las idas y venidas de estos peculiares adictos del buen comer que harán todo lo necesario por mantener su estómago lleno.


Con una puesta en escena sencilla, una mesa, unas pequeñas camas y un vestuario acorde a cada situación, el espectador viaja en el tiempo sirviéndose de la proyección de imágenes de distintas ciudades europeas. José Cerrato se mete en la piel de un maestro de ceremonias que, gracias a una serie de números musicales con los que introduce las diversas capitales que visita la pareja, hace más amena esta disparatada comedia.

Una delirante e irónica historia que hará reír al público con interpretaciones espontáneas que harán reflexionar al espectador sobre su propia relación de pareja y las locuras que pueden llevarse a cabo con tal de conseguir lo que uno desea.

¿Conseguirán Bea y Ramón solventar sus diferencias? ¿Reconocerán su adicción ante el psicólogo? Un inesperado desenlace en el que los protagonistas acabarán con el estómago lleno sorprenderá a todos los presentes. Una producción agridulce que deja un sabor de boca amargo en el espectador.


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