NOCTURNA 2015
La década de los 80 fue una época espléndida para el género de terror, algo que dio paso a una serie de monstruos excesivamente artificiales, remakes taquilleros y películas que se limitan a dar un par de sustos sin conseguir esa sensación que las producciones antiguas nos dejaban, manteniéndonos constantemente en tensión hasta hacer que tuviésemos que dormir bajo las sábanas.
A
pesar de que 'It Follows' está conquistando al público, el largometraje ha desfilado por
diversos festivales, entre ellos el de Sitges, sin llevarse ningún galardón. Mitchell sabe cómo plasmar sus ideas
para entregar una cinta fascinante, inteligente y perturbadora que logra angustiarnos, inquietarnos y hacernos sentir la necesidad
constante de comprobar si alguien se acerca lentamente para hacernos daño.

La década de los 80 fue una época espléndida para el género de terror, algo que dio paso a una serie de monstruos excesivamente artificiales, remakes taquilleros y películas que se limitan a dar un par de sustos sin conseguir esa sensación que las producciones antiguas nos dejaban, manteniéndonos constantemente en tensión hasta hacer que tuviésemos que dormir bajo las sábanas.
La
jornada del miércoles del Nocturna tuvo un broche final de lujo con la proyección de 'It Follows', la segunda producción del
director estadounidense David Robert Mitchell, que se estrena el viernes 29 de
mayo en salas españolas recuperando esa esencia que, a pesar de hacernos
pasar más de un mal rato, nos divertía y emocionaba. La premisa, que podría
partir de cualquier leyenda urbana norteamericana, no puede ser más sencilla:
el sexo mata. Jay (Maika Monroe) es
una chica de 19 años que se acuesta con Hugh
(Jake Weary) y, desde ese momento, comienza a sentir que alguien o algo la persigue.
Puede adoptar la forma de cualquier persona y nunca descansa, acercándose paso a
paso, lentamente, hacia la protagonista. Por mucho que corra, ese algo no descansará hasta matarla. La única solución es que mantenga relaciones con
otro chico para poder pasarle la maldición.
Es
fácil encontrar ciertas reminiscencias de otros clásicos del terror,
como la atmósfera de 'Pesadilla en Elm Street' (Wes Craven, 1984) o la figura del
acosador que aguarda en la distancia como en 'Halloween' (John Carpenter, 1978). Parece que
siguen funcionando ciertas fórmulas que creíamos desgastadas y que el director recupera sin tapujos, mientras que, entre clichés bien utilizados, se
respira una extraña originalidad, siendo uno de los puntos fuertes la
interpretación de Monroe, que poco a
poco se va forjando una carrera prometedora. El joven reparto consigue darle la fuerza necesaria
al guión gracias a su fantástica naturalidad.

Pese
a ese halo teenager que aparenta, la cinta posee una trama inquietante que mantiene al espectador en tensión y le genera una obsesión por buscar cualquier ínfimo detalle en cada
plano, otorgando la máxima importancia a la profundidad de campo. A través del prólogo es inevitable sentir la gran perturbación que sufre la chica que
sale corriendo de su casa. La cámara nos guía a través de un travelling circular para mostrar el
extraño escenario al que debemos acostumbrarnos. Sabemos que algo la persigue,
pero no somos capaces de verlo hasta que nos metemos en la piel de Jay.
El
ritmo transcurre sin prisas, pero el terror psicológico que se teje obliga a
permanecer en alerta. Apenas hay sobresaltos. La tensión se va hilando
pausadamente en un relato atemporal en el que la tecnología brilla por su ausencia a excepción de un ebook
en forma de concha. El artista norteamericano Rich Vreeland, más conocido como Desasterpeace, abusa de los sintetizadores para obtener el aire
ochentero en el que nos envuelve la propia fotografía del realizador Mike Gioulakis.
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