
El
nombre del pueblo es Grover's Corner, en el estado de New
Hampshire, Estados Unidos, junto a la frontera con Massachusetss. A 42 grados 40 minutos de
longitud y 70 grados 37 minutos de latitud. El primer acto presenta un día en
nuestro pueblo. Es el 7 de mayo de 1901, poco antes de que amanezca. Así
arranca 'Our Town', la función más representada en Estados Unidos que el
dramaturgo Gabriel Olivares adapta a partir del texto original de Thornton Wilder. Un clásico del siglo XX que obtuvo gran éxito desde su estreno en 1938,
tras lo que recibió el Pulitzer y fue adaptado al cine.
Tres
años han pasado desde que Olivares comenzara a investigar una pieza que ahonda
en la vida, la muerte y el propio teatro preguntándose por el secreto de la
felicidad hasta entregar al espectador una reflexión sobre el arte de vivir y
la importancia de los pequeños detalles, consideración que nace en un
escenario vacío, sin decorados, donde los actores despliegan su talento
interpretativo y un dominio de lo metateatral que deja entrever el intenso
proceso creativo al que el equipo se ha entregado hasta estrenar en la Sala Dos del
Teatro Fernán Gómez, donde estarán hasta el próximo 17 de mayo.
Un
pequeño pueblo norteamericano de principios del siglo XX alberga la vida de
habitantes como los miembros de las familias Gibbs y Webb, cuyos días transcurren entre actos
tan cotidianos como trabajar, regar las plantas o chismorrear entre vecinos. El
espectador se sumerge en una historia coral en la que se recorren 17 años
durante tres actos diferenciados por un narrador que se encarga de pausar la
acción, adelantarse en el tiempo y recordarnos de qué trata la vida con
naturalidad y sencillez.

El
drama y la comedia se combinan en una representación que roza las dos horas más
veloces que recordará el espectador en mucho tiempo. También hay espacio para
lo musical, en escenas siempre aderezadas con un gran dinamismo en las que cada
actor ejerce de intérprete y a la vez de técnico, modificando con una
coordinación sensacional la disposición de los escasos elementos de los que se
sirve una función fascinante.
Los
acontecimientos más insignificantes son los que se evocan cuando pasan
los años y uno mira atrás, algo que convierte Grover's Corner en un espacio familiar
para cualquier cultura, tiempo y espectador sin que importe su origen. La
desnudez con la que se enfrentan los actores al proyecto emociona por la poesía
que anida en unos diálogos aparentemente sencillos, pero de gran profundidad, entre los que uno recordará los abrazos de la madre
que ya no está, la ingenuidad del primer amor o el drama de aquel conocido cuya
tragedia personal sirvió para dar que hablar entre susurros. Cada movimiento de los
intérpretes está perfectamente medido, componiendo una coreografía
que impresiona tanto como el diseño sonoro con el que cuenta la
representación.
Brilla todo el elenco, que demuestra gran expresividad y presencia escénica en un
trabajo tan físico como mental. ¿Y si estamos dejando que la felicidad pase por
delante de nuestros ojos sin ser conscientes de ello? El mensaje es
esencial en tiempos de pantallas, frenesí y superficialidad. 'Our Town' es una
ecuación emocional que golpea con ternura en la cercanía y hace pensar con sensatez a cierta distancia.
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