
Estrenada en el Palacio de Faustina Téllez Girón, condesa-duquesa de Benavente, el 3 de enero de 1787, 'Clementina' fue un encargo al compositor italiano Luigi Boccherini que se convirtió en la única zarzuela compuesta por el compositor italiano afincado en España desde su juventud. Entre el 6 y el 16 de mayo, el Teatro de la Zarzuela acogió una versión dirigida por Mario Gas y Andrea Marcon con la que cientos de personas pudieron disfrutar del teatro musical burgués y costumbrista de finales del siglo XVIII.
La partitura de Boccherini brilla desde el primer instante en
el que la Orquesta de la Comunidad de Madrid inicia, a telón caído, la extensa
obertura tripartita que deriva en un dúo de sopranos en escena que, bajo el
nombre de 'Huid, corazones' da el pistoletazo de salida a una comedia de
enredo, postromántica y con guiños al componente social en la que el lenguaje
informal y el humor agradan tanto al público habitual del coliseo como a la
audiencia más joven.
La producción, repleta de poesía dramática, presenta a Don
Clemente, un hombre viudo y adinerado que tiene dos hijas con personalidades
opuestas. Clementina, seria y obediente, contrasta con la frivolidad de Narcisa
desde el inicio de una representación en la que el enfrentamiento entre el
poder paterno y los deseos de los hijos destaca entre personajes que se mueven
como pez en el agua por una escenografía tan vitalista como elegante.

La pieza, basada en la que en 2009 se representara en el
Teatro Español, combina diálogos con dos decenas de números musicales,
mayoritariamente arias da capo a solo y dúos, dejando espacio también a los
tríos, sextetos, recitativos acompañados, coplas y un rondó. Dividida en dos
actos que rozan las dos horas y media, la función cuenta con 40 escenas en las
que los nueve personajes hacen uso de la comicidad de forma constante mientras que
el público se fascina con el gusto moderno con el que se ha creado la casa de
Don Clemente, espacio en el que ocurre toda la acción. Reseñables, también, el
vestuario con aires venecianos diseñado por Antonio Belart y la potente
iluminación de Paco Ariza.
Brillan las voces de las sopranos Carmen Romeu y Vanessa
Goikoetxea en los papeles de las hermanas protagonistas y la actuación soberbia de Manuel Galiana como Don Clemente, siendo obligatorio el
reconocimiento al trabajo del tenor Juan Antonio Sanabria en el personaje del
galán Don Urbano, que se enfrenta en solitario, ya cerca del desenlace, a un
aria de dificilísima ejecución llamada 'Hablándome al oído' de la que sale victorioso.
A pesar de una bellísima partitura que recuerda a 'Las bodas de Fígaro' de Mozart, la historia no termina de
enganchar hasta que en el segundo acto brotan los sentimientos más puros entre
los versos del dramaturgo español Ramón de la Cruz. Una interesante pieza de enredo dieciochesca que entusiasma por su exquisita música y fascinante
escenografía a pesar de su agridulce desenlace.
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