jueves, 17 de septiembre de 2015

Los delirantes pecados de 'Cerda'

EXTRA! 

Madrid se resiste a dejar marchar 'Cerda', la divertida y surrealista obra escrita y dirigida por el dramaturgo Juan Mairena. Tras cosechar gran éxito entre la crítica y el público y recibir diversos premios durante los últimos dos años, el montaje se lanza a conquistar un nuevo escenario, el del Teatro Alfil, cada sábado y domingo hasta el 25 de octubre. Aún queda tiempo para que los pecadores puedan ser resarcidos y perdonados con una más que arriesgada producción que se sitúa en un misterioso convento de clausura lleno de secretos por descubrir.

La Orden de las Siervas del Santo Membrillo está gobernada por la madre superiora, Sor Leona (Dolly), una monja extremadamente autoritaria que esconde un pasado atroz y que se encarga de controlar a las jóvenes pupilas Sor Bette (Soledad Rosales), Sor Cicilia (Carolina Herrera) y Sor Coseta (David Aramburu). Los trapos sucios salen a la luz con la llegada de una nueva aspirante, Sabrina (María Velesar), que ingresa como Sor Katana para desvelar las personalidades de los integrantes y sus oscuras vidas.

Es difícil clasificar una obra tan compleja y genuina como 'Cerda', puesto que, aun siguiendo el hilo de la comicidad más absurda a lo largo de sus 70 minutos, el texto salta entre géneros con pasmosa agilidad. El thriller, el musical y el drama se combinan desarrollando una historia que dejará a pocos indiferentes. 

Entre risas asistimos a un extravagante viaje que esconde una severa crítica hacia el convencionalismo social que coarta las libertades del ser humano. Un poder que encierra a las personas en una extraña jaula de la que todos los personajes quieren salir. Momentos reflexivos que Mairena expresa a través de diálogos políticamente incorrectos y metáforas como las rosquillas del santo, que se elaboran con o sin agujero, ese mismo hueco que ellos sienten ante la sensación de que les falta algo para ser felices.


Más delicioso aún es ver cómo se desenvuelve sobre las tablas el estupendo reparto del que 'Cerda' hace gala. Sor Bette recibe al público para ponerle en situación. A través de ella florece el dramatismo y existencialismo de quien no encuentra su sitio. Una brillante interpretación de Rosales que sabe cómo transmitir cada sentimiento y emocionar al espectador en poco tiempo. En igual medida, Aramburu logra enternecer con sus necesidades y añoranzas, presentando una situación que no es más que otro ejemplo de lo que la Iglesia ha generado con su ambición. Por su parte, Velesar se convierte en el centro de las expectativas, sin quien los delitos de tan escandaloso lugar nunca serían desvelados.

Mención especial para Herrera, protagonista de varios instantes de pura hilaridad en los que se respira inocencia, ternura y dosis de alegría frente a las dificultades, ejerciendo de contrapunto ante tanta oscuridad. Junto a ella, Dolly sabe conquistar desde el primer minuto en que sale a escena. La villana de esta historia cumple a la perfección con su fantástico papel gracias al desparpajo y carisma que despliega, notándose la comodidad que siente sobre las tablas.

Madonna no surge ante el público pero forma parte de una obra que la recuerda con una coreografía al son del famoso 'Like a virgin'. No es la única, teniendo su lugar la mítica cantante Rafaella Carrá, la estrella de Hollywood Bette Davis y algunas citas versionadas de William Shakespeare o de la famosa película 'Blade Runner'. Un sinfín de referencias culturales que convierten 'Cerda' en un híbrido especial, único, divertido y sumamente crítico. Una cita indispensable entre la oferta teatral de la capital.


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