
Luces, cámara, acción. Suena la música, los bailarines salen al escenario y comienza el espectáculo. El público ríe, canta y aplaude. Todos están contentos y disfrutan de la velada... o al menos eso es lo que parece. ¡Corten! En ese momento, las caras de cansancio invaden el plató de televisión donde se graba una gala especial de Nochevieja. Así comienza 'Mi gran noche', la nueva película dirigida por Álex de la Iglesia que llega a las salas españolas este viernes 23 de octubre.
El largometraje se centra en la rivalidad entre una veterana y endiosada estrella musical, Alphonso (Raphael), frente a la joven promesa del pop latino Adanne
(Mario Casas) en una lucha por actuar justo después de las campanadas, coincidiendo con el pico más alto de audiencia. Todo ello sin olvidarse de los cientos de personas que llevan una semana y media encerrados en un pabellón de las afueras de Madrid.
Artistas, presentadores y
figurantes ruedan ajenos a lo que sucede fuera de los
estudios, donde un grupo de seguidores del legendario Alphonso espera la salida del cantante mezclados con una huelga de trabajadores
de la cadena en protesta por un ERE. Con guión de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría, 'Mi gran noche' está repleta de situaciones delirantes como consecuencia del encierro debido a los disturbios del exterior.
La caída de la grúa de
cámara causa el aplastamiento de un figurante en un potente inicio, al igual que
el cineasta pisaba fuerte en el atraco del arranque de su anterior film, 'Las brujas de Zugarramurdi'. Entre el falso champagne y los pollos de plástico, José (Pepón Nieto) sustituirá al malparado figurante. Las malas vibraciones van aumentando en una mesa cuyos comensales creen verse afectados por un gafe. La locura y el descontrol crecen mientras las cámaras sólo captan el espíritu de celebración.

El reparto de la cinta lo conforman rostros conocidos por el público español, entre los que destacan rostros habituales de las últimas películas del director vasco. Hugo Silva, Carolina Bang, Carlos Areces, Blanca Suárez, Carmen Machi y Terele Pávez son sólo algunos de los intérpretes que acompañan a un Raphael que encaja a la perfección en la piel de un villano cuya única preocupación es estar en el escenario cuando más audiencia le pueda admirar. Esta vez, Mario Casas se pone una larga melena rubia en un papel de joven ídolo de masas llevado al extremo.
Entre focos, cámaras y
atrezo se sucede un desmadre muy en la línea del
director, con importantes dosis de humor negro y una banda sonora pegadiza que el espectador no podrá dejar de tararear. Aunque bien es cierto que estamos ante una obra menor si la
comparamos con los clásicos del autor, el montaje
ágil y su ritmo frenético entretiene con creces durante la hora y media que dura la excesiva producción.
Aunque nadie sabe qué pasará ni qué misterio habrá, lo que sí se ve venir es que pocos personajes saldrán ilesos de un enredo que toma la televisión como elemento narrativo que ejemplifica la vida. Raphael se ríe de sí mismo hasta límites insospechados en una caótica fiesta cinematográfica más pendiente de la lucidez de sus protagonistas que de su coherencia argumental.
Aunque nadie sabe qué pasará ni qué misterio habrá, lo que sí se ve venir es que pocos personajes saldrán ilesos de un enredo que toma la televisión como elemento narrativo que ejemplifica la vida. Raphael se ríe de sí mismo hasta límites insospechados en una caótica fiesta cinematográfica más pendiente de la lucidez de sus protagonistas que de su coherencia argumental.
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