EXTRA!

Las pulsaciones del corazón se aceleran como las olas del mar
cuando sube la marea, intensificando sensaciones, olvidándose de horarios, montándose
la ilusión en un trapecio donde la vida se convierte en un don constante al que
acompaña la alegría, sin miedo al riesgo ni a las caídas que todos acabamos
sufriendo. Hablemos del amor, ese estado en el que se desea lo infinito y se
acaba aprendiendo que amar es también saber irse cuando ya no se pinta nada.
Hay muchas definiciones del amor y el desamor. Los famosos
actores Bibiana Fernández y Manuel Bandera buscan las suyas en 'El amor está en el aire', la última producción escénica de Félix Sabroso, admirado dramaturgo
con piezas en su amplia trayectoria como 'La gran depresión', 'De cintura para
abajo' y 'Lifting'. Al escritor y director se unen Tao Gutiérrez en la
dirección musical, Alberto Puraenvidia en la escenografía, David Picazo en la iluminación,
Lope García en la producción ejecutiva y Guillermo González al piano.
Ella fuma y él lee el periódico sin percatarse de su
presencia hasta que levanta la cabeza y la ve. Él: no se debe fumar en un teatro; ella: tampoco se debe mentir en el amor; él: yo nunca he mentido; ella: ni
yo estoy fumando. Así arranca la comedia musical que el público puede
disfrutar hasta el próximo 30 de junio en el Teatro Fígaro de Madrid,
donde una colorida escenografía que se mantiene la hora y media de
representación envuelven una producción ligera en la que se recorren las
diferentes etapas de una relación cualquiera entre un hombre y una mujer de
mediana edad.
Aunque el riesgo de caer en lo repetitivo era considerable,
la sucesión continua de canciones populares entre frescos diálogos se convierte en un
punto fuerte del montaje, que encadena
temas como 'Yo no soy esa' de Mari Trini, 'Contamíname' de Pedro Guerra y 'Ese hombre' de Rocío Jurado en una acertada selección musical que los actores interpretan,
oscilando entre lo cómico y lo dramático de forma continua.

La mordacidad habitual de Sabroso se mantiene en escenas
divertidísimas, como esa conversación telefónica en la que los personajes
hablan con sus confidentes mientras se debaten entre el autoengaño, la entrega
y la pasión ante el encuentro inminente con el otro. El público aplaude, se ríe a carcajadas y
hasta tararea unos temas donde Fernández y Bandera se comen el escenario con
una trabajada expresividad, aunque sus cualidades vocales no sean excelsas en algunos momentos.
Un gran sofá y una mesa con dos sillas sirven para acoger
una serie de escenas que indagan en las relaciones de pareja con cuestiones tan
bellas como el enamoramiento y la explosión erótica, tan habituales como la
costumbre y los desencuentros, tan dolorosas como la ruptura y la traición. A
pesar de que en algunos momentos cuesta seguir el hilo de la obra debido a que
lo que se está representando son escenas independientes y relaciones diferentes,
el espectador disfruta de los enfrentamientos y encuentros que tienen lugar
sobre las tablas gracias al buen hacer de ambos actores.
Félix Sabroso juega con una estructura temporal invertida, comenzando con el fin del amor y avanzando hacia fases anteriores hasta desembocar en esas primeras veces que es preciso sentir para poder entender. 'El amor está en el aire' es dinámica pura, un bombón escénico - menos dulce de lo que parece - donde reírse y sentirse identificado sin perder la sonrisa. Entendiendo la vida como una combustión, el mensaje es claro: quien no se atreva a arder no se quemará pero tampoco brillará por el camino.
Félix Sabroso juega con una estructura temporal invertida, comenzando con el fin del amor y avanzando hacia fases anteriores hasta desembocar en esas primeras veces que es preciso sentir para poder entender. 'El amor está en el aire' es dinámica pura, un bombón escénico - menos dulce de lo que parece - donde reírse y sentirse identificado sin perder la sonrisa. Entendiendo la vida como una combustión, el mensaje es claro: quien no se atreva a arder no se quemará pero tampoco brillará por el camino.
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