lunes, 29 de febrero de 2016

Acepciones del valor artístico

EXTRA! 

Treinta y cinco años cumple este 2016 la feria de arte contemporáneo ARCO, que abrió sus puertas del 24 al 28 de febrero en Madrid Ifema. Un total de 221 galerías de 27 nacionalidades se instalaron en los pabellones 7 y 9 del espacio de la capital, dejando la polémica a un lado en una edición caracterizada por su madurez. Cerca de 100.000 visitantes acudieron a una cita en la que galeristas y coleccionistas charlan de forma distendida mientras muchos se sorprenden ante los precios y algún que otro desvarío.

Maestros como Antonio López, Juan Muñoz, Pablo Picasso y Joan Miró compartieron pabellón con talentos emergentes en un mercado de compraventa que supone un 60% de las ventas anuales que se realizan en España. La inestabilidad financiera internacional parece no frenar al gran escaparate del arte contemporáneo, algo que sin embargo impide que el amante del arte pueda costearse los 40 euros de entrada a la cita y que el creador joven pueda asumir los costes de una feria cuyas galerías suelen apostar por artistas consolidados que les permitan cubrir su carísima presencia.

No son pocos los creadores presentes en la feria que reflexionan sobre los estereotipos del sector. El artista conceptual Mateo Maté pone en venta sus huesos en 'Reliquia de artista', una obra que parodia el concepto de mercado artístico, en el que importa más la firma que la obra en sí. Entre las piezas más bellas de esta pasada edición, la escultura de marmolina y resina 'Manos que exploran', de Almudena Lobera, en Max Estrella, galería madrileña donde hasta el próximo 23 de marzo puede disfrutarse de la primera exposición individual de la autora.

Abundaron las esculturas, cada vez más presentes, así como las pinturas de gran formato. Los coleccionistas privados, las fundaciones, las empresas y los museos son conscientes de que el arte es un bien de lujo rentabilísimo, donde el conflicto entre la ocurrencia y la búsqueda de lo sublime está de más. La línea divisoria entre arte y mercado es fina pero existente, aunque la mezcla de formatos y cualidades descontextualicen maravillas como las pinturas del colombiano Fernando Botero en la galería El Museo o las fotografías del holandés Erwin Olaf en Espacio Mínimo.


Con un 70% de galerías extranjeras y un 20% del presupuesto del evento dedicado a la invitación de más de 250 coleccionistas y 150 directores de institucionesARCO dedicó la sección #SoloProjects de esta edición a Latinoamérica, acogiendo a un buen número de creadores en una interesante muestra colectiva. Recorrerla era una buena opción si el visitante aún no estaba saturado por la infinidad de obras expuestas, ante las que resulta más habitual el selfie que el análisis artístico, una buena opción si la otra cara de la moneda nos lleva ante según qué comisario conmocionado ante unos folios arrugados o unos ladrillos amontonados.

La pieza 'Corona', del artista plástico vasco Javier Pérezen la galería suiza Guy Bärtschi impresionaba tanto como multitud de esculturas y fotografías expuestas por los dos pabellones de una cita con una faceta básica de mercado de la que no puede esperarse una experiencia similar a la que se vive en un gran museo. Aquí el valor se entiende como precio, sin olvidar la importancia de su celebración para que las galerías puedan seguir adelante gracias a las ventas y visibilidad que alcanzan.

Los soportes, contenidos y tiempos necesarios de visualización de cada pieza son diferentes, algo que juega en contra de una feria condenada al vistazo rápido por parte del visitante, incapaz de asimilar todo aquello que ve, más allá de la falta de explicación en la mayoría de la producción expuesta. Original, sorprendente y también especial, ARCO supone un gran abanico de formas de expresión para estar al día en las últimas tendencias de un sector rebosante de creatividad.


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