
En un panorama hostil para la danza como es la escena contemporánea española, resulta conmovedor y heroico corroborar que la compañía Losdedae lleve casi 20 años de trabajo ininterrumpido y reconocimiento internacional. Su líder y director artístico, Chevi Muraday, Premio Nacional de Danza en el año 2006, presentó el pasado domingo 21 de febrero, dentro del ciclo 'Bailar en la Berlanga', organizado por la Fundación SGAE, su última creación, 'Black apple', donde se reflexiona sobre la corrupción de la sociedad, esa manzana podrida a la que alude el título.
La pieza, de aproximadamente una
hora de duración, la integra junto a Muraday una veterana bailarina
de la compañía, Paloma Sainz-Aja, de la que destaca su limpieza de
movimiento y ejecución efectiva. Un hombre y una mujer sobre el escenario, inmersos en sus problemas, cediendo o no a ser ayudados por el otro. El prestigioso coreógrafo se
inspiró en 'La peste' del escritor francés Albert Camus para poner en marcha un montaje que acaba de
nacer y debe madurar a la vez que sus personajes.
Teatro y danza, danza y teatro.
Dos géneros y una línea de división innecesaria cuando se trata de expresar una
idea de sociedad corrompida a través del movimiento. Los intérpretes afirman
que la disciplina de la danza se enriquece con los recursos del teatro y
viceversa, algo por lo que no existe una necesidad de etiquetar - y con ello limitar - una obra. La idea a transmitir es la ampliación de fronteras que deja al
público terminar el espectáculo en su imaginación.

No es la primera vez que la
compañía potencia sus creaciones a través de la interpretación. Piezas como 'Return',
con la actriz galardonada con el Goya Marta Etura o 'En el desierto', interpretada por el brillante actor Ernesto Alterio, son un
ejemplo de esta simbiosis. No hay que olvidar que Muraday ha
impartido diferentes talleres de danza en el Centro de Nuevos Creadores, proyecto nacido de la Escuela de Cristina Rota a partir de su voluntad de crecimiento y expansión hacia otras áreas de la creación.
En cuanto a la música, se
vuelve a poner de manifiesto la ausencia de purismo con la que el creador ha
modelado el espectáculo. El público se sumerge en las inquietantes
armonías de las partes instrumentales y llora el último adiós de Violetta
Valery en 'La traviata'. Sumar como
propósito, consiguiendo un resultado diverso y lleno de matices. Fruto de un intenso proceso
creativo, la obra presenta oscuridad hasta en el
último detalle, incluyendo un vestuario de líneas sobrias y elegantes. El atrezo,
plagado de manzanas negras, hace referencia al individuo frente a una
sociedad alienada.
El odio, el desgarro, el orgullo y la necesidad se imponen. Dentro de la masa negra no se puede dejar de mencionar la luz con la que la interpretación de Muraday brilla. Su empatía con los personajes y maestría interpretativa hacen que él mismo se transmute en danza. Jugosa y reflexiva, 'Black apple' conmovió a una abarrotada Sala Berlanga y puso el broche final a un exitoso ciclo que reivindica la importancia del arte del baile.
El odio, el desgarro, el orgullo y la necesidad se imponen. Dentro de la masa negra no se puede dejar de mencionar la luz con la que la interpretación de Muraday brilla. Su empatía con los personajes y maestría interpretativa hacen que él mismo se transmute en danza. Jugosa y reflexiva, 'Black apple' conmovió a una abarrotada Sala Berlanga y puso el broche final a un exitoso ciclo que reivindica la importancia del arte del baile.
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