EXTRA!

Este año se celebró el 50
aniversario de la Super Bowl, la final de la liga
nacional de fútbol americano (NFL). Un evento celebrado con un
derroche de espectáculos entre los que se incluyen las actuaciones de los
artistas más famosos del mundo. Al otro
lado del charco, el deporte puede llegar a vivirse como una forma de vida: ¿pero
qué ocurre en el momento en el que eso puede llegar a matarte a
los 50 años? De la lucha entre el negocio, la salud y el
conocimiento de la verdad nos habla Peter Landesman en su última película, 'La verdad duele (Concussion)', que se estrena en las salas españolas este viernes 12 de febrero.
Basada en hechos reales,
la producción cuenta la historia del doctor Bennet Omalu (Will Smith),
un médico especializado en neuropatología forense que realiza una
autopsia a la antigua estrella del
fútbol americano Mike Webster (David Morse), tras su aparición sin vida en una furgoneta después de haber padecido una
fuerte demencia y depresión sin motivo aparente. Lleno
de incógnitas, el doctor decide hacer un examen más exhaustivo del cerebro del
cadáver mientras que otros cuerpos de antiguas estrellas deportivas siguen llegando a sus
manos.
Omalu descubrirá que los
jugadores de este deporte pueden llegar a desarrollar una enfermedad ahora
conocida como traumatismo craneoencefálico crónico (CTE), un proceso neurodegenerativo que puede
aparecer cuando el cerebro está expuesto de forma continuada a múltiples golpes. Este descubrimiento que el doctor
está dispuesto a dar a conocer hará que la NFL le pongan a él y al antiguo
médico deportivo Julian Bailes (Alec Baldwin) las cosas más
difícil de lo esperado.

Una de las cosas que más llama la
atención del largometraje es la cuidadísima fotografía e iluminación. Un excesivo enfoque en el papel de Smith juega en contra del desarrollo del resto de personajes, dejando a veces de lado la historia principal. A riesgo de
parecer que el director y guionista de la película no quería arriesgarse a
entrar de lleno en un tema polémico como el que trata, lo cierto es que no entra en detalles, desviando la atención a tramas como la del romance con Prema Mutiso (Gugu
Mbatha-Raw), que empañan el que podría haber sido un
gran thriller dramático.
El guión monótono lo salva la interpretación de un Smith que se desenvuelve como pez en el agua en la atmósfera documental que desprenden las imágenes. Se aprecia claramente el
estudio que el actor ha hecho del personaje, demostrando una vez más su versatilidad al simular con naturalidad el acento nigeriano, llevar la pasión del sueño americano a la realidad y
demostrar la gran sensibilidad de un médico que habla con los muertos y
escucha lo que le dice el silencio.
¿Dónde termina el fanatismo y
comienza el sentido común? La respuesta a esta pregunta es el verdadero
mensaje que Landesman lanza al espectador con su segundo trabajo. Un descafeinado thriller
dramático que, a pesar de sus defectos, no
dejará a nadie indiferente por la humanidad de su protagonista y porque las grandes historias son las que le ocurren a aquellos que viven entre nosotros.
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