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jueves, 21 de abril de 2016

Lucha contrarreloj en Fox in a Box

EXTRA!

Una habitación ordenada en la que, aparentemente, todo es normal, de la que un equipo tiene que lograr escapar antes de que la cuenta atrás finalice. Esa es la base de los escape games que tan de moda se han puesto en los últimos años en todo el mundo. Desde que esta nueva modalidad de ocio naciera en Budapest, muchas son las diferentes propuestas que han nacido por todo el globo. Grupos de amigos, familiares y empresas se reúnen para participar en algún juego de escape, cada uno con su propio diseño, trucos y niveles de dificultad.

Sólo en Madrid se pueden localizar más de una veintena de salas repartidas por toda la ciudad. Sótanos, pirámides, almacenes y casas encantadas son algunos de los escenarios en los que se ambientan estos espacios en los que incluso pueden introducirse actores que vuelvan más realista la experiencia. Uno de los juegos que más está dando que hablar, posicionándose como uno de los primeros escape game en la clasificación de la mayor web de viajes del mundo, TripAdvisor, es Fox in a Box, situado en el número 25 de la calle Infantas, a pocos metros de Banco de España. Además, cuentan con un segundo espacio en Cuesta Santo Domingo, 24 que aún tenemos pendiente visitar.

Manteniendo la dinámica de los juegos de escape originales, Fox in a Box reinventa el concepto a través de dos salas decoradas según la época y el lugar donde se desarrolla la historia, algo que comienza desde que los participantes depositan sus objetos personales y eligen entre una chaqueta militar o una bata blanca para bajar unas escaleras que les lleva a un búnker de la Guerra Fría o a un laboratorio zombie, entrañando este último una mayor complejidad y alguna que otra sorpresa.


Desde que el grupo (de 2 a 6 personas) entra a la habitación, los acontecimientos se van desarrollando según el equipo se organice, siendo esencial el trabajo en grupo y el reparto de tareas. La fuerza física no es necesaria y todo el mobiliario que no forma parte del juego se señaliza para evitar que los participantes pierdan tiempo. Aunque hay un botón que sirve para solicitar pistas al personal, que ejerce de espectador de vuestros pasos a través de diferentes cámaras, con un poco de ingenio van apareciendo las primeras piezas de un rompecabezas en el que los enigmas son continuos.

Escuchar las ideas más locas a veces llevará al éxito a unos participantes que descubren más de las reacciones de sí mismos y de sus compañeros de lo que esperan, metiéndose de lleno en la historia gracias a una conseguida ambientación en la que ni siquiera faltan los efectos sonoros ni la dramatización por parte de los encantadores encargados de Fox in a Box, que se encargan de resolver las preguntas del equipo antes de la aventura y de compartir sensaciones tras el juego.

Aunque no queremos desvelar nada de lo que se esconde dentro del juego, sí os podemos decir que la averiguación de códigos, la examinación de pruebas y la unión de diferentes elementos que iréis encontrado os llevarán al subidón que da finalizar el juego antes de que acabe el tiempo. Con un precio que varía entre 55 y 90 euros en función del número de personas que seáis, la de Fox in a Box es una experiencia que no olvidaréis. Siendo imprescindible la reserva a través de su web, podéis encontrarles de martes a domingos a dos pasos de la Gran Vía.


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