EXTRA!
En cuestión de un siglo, el papel social de la mujer ha ido evolucionando desde la sumisa ama de casa supeditada a las órdenes del hombre hasta el constante reclamo de una independencia y libertad donde preocupa la estabilidad laboral por encima de la sentimental debido al temor de no conseguir un buen trabajo en medio de una crisis mundial. Quizá sea momento de poner una nota de humor a estos años tan turbios, algo de lo que se encarga la compañía Chirigóticas con su divertida obra 'Juanita Calamidad'. Una cita indispensable que se mantendrá en cartelera en los Teatros Luchana de Madrid hasta el próximo 29 de mayo.
Pocos podrán resistirse a los encantos de 'Juanita Calamidad', a sus verdades hechas
sonrisas, a sus imprudencias convertidas en carcajadas y (mucho menos) a su atractivo
popurrí musical. Que no todas las mujeres tienen los mismos objetivos es algo que saben muy bien estas descaradas gaditanas que intentan controlar sus
vidas lo mejor que pueden, siendo un ejemplo más de un innegable cambio de mentalidad. Aún queda mucho camino por hacer pero,
mientras tanto, podemos disfrutar de obras tan divertidas e inteligentes como esta.

En cuestión de un siglo, el papel social de la mujer ha ido evolucionando desde la sumisa ama de casa supeditada a las órdenes del hombre hasta el constante reclamo de una independencia y libertad donde preocupa la estabilidad laboral por encima de la sentimental debido al temor de no conseguir un buen trabajo en medio de una crisis mundial. Quizá sea momento de poner una nota de humor a estos años tan turbios, algo de lo que se encarga la compañía Chirigóticas con su divertida obra 'Juanita Calamidad'. Una cita indispensable que se mantendrá en cartelera en los Teatros Luchana de Madrid hasta el próximo 29 de mayo.
Una capa de humo inunda un escenario de corte
minimalista a cargo del director artístico Curt Allen Wilmer. Sobre él, tres
sillones, tres marcos de puertas, un perchero y algunas prendas tiradas con descuido. No se necesita nada más para transportar al espectador a las calles de
Madrid, a un hospital, a un karaoke o a las casas de Juanita (Ana López Segovia)
y Loli (Rocío Marín), dos amigas de treinta y muchos que siguen estancadas en
el sueño de la eterna juventud y a las que se une Rosi (Alejandra López), una taxista del castizo
barrio de Carabanchel. La fiesta, los hombres que vienen y van, la cerveza o
una buena copa de whisky son parte de su día a día. La trama comienza cuando terminan sus relaciones, dando paso a juergas desenfrenadas. Aunque Juanita siente que tiene que madurar, su hoy no salgo se convierte en una gran aventura, con calabozo de por
medio, que acaba cambiándole la vida.
Con ellas no hay tiempo para la tristeza ni la
desesperanza, y es que no hay nada mejor que reírse de uno mismo. Sin
ahorros ni planes de futuro, una es becaria en la universidad y
la otra un peligro bajo la luz de la luna.
No entienden de responsabilidades ni quieren crecer, luchando por ser
eternamente jóvenes, no por apariencia, sino por la vitalidad y la diversión
que eso implica. No hay tiempo para la maternidad y Juanita ni siquiera quiere oír
hablar de ello, pero a veces las cosas ocurren sin esperarlas.

Ana López se convierte en una grata sorpresa sobre las tablas. Encarando un trabajo de gran complejidad, la actriz se enfrenta a los
retos diarios de un simpático torbellino, de una experta de la marcha atrás y
de un auténtico GPS para encontrar bares abiertos a horas intempestivas. Junto a
ella, sobresale una arrebatadora Rocío Marín, que además de ser compañera de
batallas, ejerce de narradora y hasta de madre de Juanita. No hay nada
que se le resista a esta amiga confidente y detractora de la estabilidad que
prefiere discutir con su novio por un perro antes que hacer frente a su
realidad. Más polifacética aún es Alejandra López, que lo mismo es una reivindicativa taxista lesbiana que una feliz conciencia que ve la vida de color de rosa.
Ninguna de ellas duda en
expresarse a través de graciosas peripecias y canciones tan míticas como 'Mi gran noche', de Raphael, y 'Olvídame y pega la vuelta', del dúo argentino Pimpinela. Un repertorio de sobra conocido engancha a un espectador que se queda pasmado ante el
vertiginoso ritmo con el que se suceden las andanzas de tres alocadas
mujeres durante 90 minutos de espectáculo.
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