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viernes, 27 de mayo de 2016

La hipocresía del ser humano

EXTRA! 

Están en todas partes y a veces más cerca de lo que se pueda imaginar. Existen personas que pueden considerarse auténticos expertos y otras que no valen para ello y nada más intentarlo, fracasan. Pueden ser grandes o pequeñas, válidas para un momento puntual o de las que se prolongan en el tiempo. Molesta que nos las digan pero son pocos los que no recurren a ellas. Y es que pueden ser por muchos motivos y, en ocasiones, hasta necesarias. Hablamos de las mentiras.

Sin necesidad de un polígrafo, el actor vasco Juan Bey escribe y protagoniza 'La verdad de los domingos', una comedia que, tras el éxito cosechado en su estreno en México, llega versionada al Teatro Galileo de Madrid, donde puede verse cada sábado de junio a las 22.30 h. hasta el próximo día 18. Dirigida por Sara Pérez, la pieza aborda los temas que preocupan al ser humano desde el punto de vista más egoísta: el sexo por encima de la pareja, el amor propio y la falsedad que envuelve todo el conjunto.

El polémico escritor Héctor Sinisterra utiliza la charla de presentación de su nuevo libro, 'La resistencia de los globos', para desviar la atención hacia otra cuestión sobre la que realmente le gustaría hablar: la verdad de los domingos. Este conflicto desencadena un monólogo de una hora de duración que trata de desenmascarar los más profundos secretos de las personas. Amor, sexo y paternidad se cubren de un halo de romanticismo y ternura que el actor deja al descubierto haciendo hincapié en las partes menos edulcoradas.


La íntima puesta en escena sitúa a actor y espectadores al mismo nivel, siendo el propio público quién realiza la función de figurantes como asistentes a la presentación del título. Sentados en varias filas de butacas que rodean a muy corta distancia al escritor, los presentes participan activamente en la obra respondiendo a las preguntas del actor en una especie de sesión terapéutica que sirve a la audiencia para reconocer sus malas conductas al grito de '¡soy una mala persona!'.

Aunque es probable que no consiga convencer a todos los presentes, según estén más o menos de acuerdo con la postura que el protagonista representa, el escritor recibe una aceptación general a sus afirmaciones, al mismo tiempo que sus argumentos invitan a reflexionar. Bey realiza una actuación convincente en un polémico contexto y demuestra que sabe improvisar, hilando con desparpajo las réplicas del espectador.

Las mentiras aparecen en la infancia para no dejar de perseguir al individuo durante toda su existencia. Los motivos que llevan a recurrir a ellas y otros secretos salen a la luz en un montaje directo y sin tapujos que desvela una realidad poco habitual de escuchar. ¿Será porque no es cierto o por el miedo a reconocerlo públicamente? La sinceridad de la obra puede herir sensibilidades, pero no hay que olvidar que, al fin y al cabo, no deja de ser teatro.


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