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viernes, 5 de agosto de 2016

Todos somos Doris

EXTRA! 

Siendo sinceros, siempre es un aliciente ir al trabajo con la alegría de saber que allí te espera alguien que hará tu día más llevadero. Doris (Sally Field) es una sesentañera con un trastorno por acumulación (diferente al síndrome de Diógenes, puesto que no es basura lo que guarda) que acaba de perder a su madre. En esta tesitura se encuentra cuando una mañana conoce a un atractivo hombre con el que cruza un par de palabras en el ascensor de la oficina, lo que le provoca una sonrisa de las que duran todo el día.

El sujeto en cuestión es John (Max Greenfield), el nuevo y joven director de arte de la empresa. Ella, de las más veteranas en la oficina y con una vida discreta dedicada al cuidado de su madre, le ve como alguien imposible de alcanzar, sin lograr evitar sentirse atraída por él. Su debate interno (y el que se genera en su entorno) sobre la diferencia de edad y si su amor es correspondido acaba cuando la nieta de su mejor amiga la ayuda a acercarse a él, espiándole por redes sociales. La amabilidad y predisposición del joven genera ambigüedades que alimentan la ya de por sí incalculable imaginación de la protagonista. 

'Hello, my name is Doris' es la segunda película del cómico americano Michael Showalterque se estrena este viernes 5 de agosto en salas españolas. El film, en el que predomina la comedia, consigue divertir al espectador sin buscar la risa fácil y, aunque cuenta con un par de escenas algo exageradas, presume de humor blanco en sus 90 ligeros minutos de duración, sin llegar a profundizar en tramas secundarias dramáticas.


Su protagonista, a la que da vida con maestría la ganadora de un Oscar Sally Field, es una mujer entrañable y divertida, de apariencia extravagante y personalidad ingenua, que se hace con el cariño del público. Tiene ese punto risueño que aparece cuando alguien nos gusta, reflejando lo que se llega a hacer, lo absurdos que llegamos a sentirnos o la facilidad de ver la realidad de forma favorable a nuestros deseos. En la cinta, el espectador se ilusiona junto a Doris en cada paso dado al mismo tiempo que sufre cuando las cosas se tuercen. Todo es parte de una trama en la que, a pesar de ser ella misma quién lleva el peso del largometraje, está acompañada de un potente reparto.

Una pizca de dramatismo describe la vida de quien elige un camino por cuestiones familiares, dejando a un lado otras experiencias posibles. La amistad verdadera, siempre presente sin importar las circunstancias, y la valentía precisa cuando el miedo y la inseguridad aparecen una y otra vez son cuestiones sobre las que se reflexiona en la producción.

Doris decide revivir su juventud y disfrutar de un Nueva York completamente desconocido en el que su obsesión por guardar todo le servirá de algo esta vez. La película enseña que la vida continúa y que la ilusión es más que necesaria a cualquier edad, aunque en ocasiones no seamos capaces de manejarla. Una historia sutil que engancha, recomendable para todos los públicos, que contagia la misma sonrisa que luce la entrañable protagonista.


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