
'Existe
esa cosa misteriosa que se cuela por azar y a la que yo llamo el encanto.
Esa especie de aroma surge mucho tiempo después. Hay imágenes que envejecen
bien y que envejecerán cada vez mejor. Esas son las buenas fotos'. Así define uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX, Robert Doisneau, lo que es
para él su trabajo. Bajo esta premisa puede el visitante disfrutar de sus imágenes en una
exposición en la Fundación Canal que muestra la prolífica composición de un autor considerado como un icono.
'Robert Doisneau: la belleza de lo cotidiano' es el título de esta exhibición artística
donde se expone, por primera vez en España, un conjunto de 110 imágenes elegidas por las hijas del autor y, a su vez, comisarias de la muestra, Annete Doisneau
y Francine Deroudille, con el objetivo de trasladar al espectador al mundo
creado por su padre a partir de pequeñas representaciones fotográficas del
mundo real.
Esta
colección de instantáneas que permanecerá en la capital hasta el próximo 15 de enero logra plasmar la gran obsesión del artista: mostrar
la vida no como es, sino como a él le hubiera gustado que fuera. En la muestra,
el público puede admirar muchas de las imágenes más célebres captadas por el
artista, pero también otras muchas obras inéditas o desconocidas, distribuidas
en dos espacios bien diferenciados y divididos a partir de un diseño expositivo muy
atrayente.

El arranque de la exposición lo protagoniza la sección titulada 'La
belleza de lo cotidiano'. A partir de 80 diapositivas seleccionadas de manera
exhaustiva se refleja la vida ordinaria de cualquier familia del extrarradio
parisino en unos años complejos como fueron la década de los 40 y los
50 del pasado siglo. A través de imágenes de niños en la escuela,
trabajadores de fábricas o gente del espectáculo, el visitante se puede hacer
una idea de cómo era aquella época y de cómo fue la vida
del propio autor, el cual deja claro en cada diapositiva que no sigue ninguna
moda gráfica ni estudia la composición formal, ya que en su trabajo sólo prima la emoción.
Dentro
de este apartado, formado por las obras en blanco y negro más famosas
de Doisneau, como son 'Mademoiselle Anita', 'Los panes de Picasso' o su imagen más popular, 'El beso del’Hôtel de Ville', el público recorre un espacio planteado como un ciudad
oscura llena de edificios donde las ventanas cobran vida para poder ver tras
ellas las historias que el autor captó con su cámara. Especialmente llamativo es el propio autorretrato que el fotógrafo se hizo con su apreciada Rolleiflex, también expuesta en la muestra.
A continuación se encuentra una sala abovedada repleta de piezas a color tomadas
por el famoso fotógrafo durante los años 60 y que, por fortuna, han sido rescatadas por sus
hijas. Esta producción fotográfica, la primera a color que realizó el autor, ha
estado prácticamente escondida en un cajón hasta que se ha recuperado para la muestra
bajo el título de 'Palm Spring 1960'.

Viajamos hasta California a través de instantáneas repletas de tonos pastel muy llamativas al reflejar el lado más
desconocido, satírico y divertido del autor. Esta serie destaca sobre todo por
el uso estridente del color y por un fino humor sarcástico donde
podemos apreciar cómo es la vida de los habitantes de esta zona, rodeados de un
lujo marcado por numerosos campos de golf, palmeras transportadas en camiones
desde México y mujeres portando abrigos de piel en pleno desierto.
Destacan fotografías como 'Cisnes inflables', 'Piscina,1960' o 'Las bolas de golf'.
La exposición
se complementa con algunas de las publicaciones originales que difundieron su trabajo, como la revista 'Fortune' o 'Life' y diferentes collages, además de ofrecer
la posibilidad de actividades complementarias como visitas guiadas o talleres para familias y colegios. La muestra está abierta de 11.00 a 20.00 h. (miércoles hasta las 15.00 h.) y la entrada es gratuita.
La Fundación Canal y el Atelier Robert Doisneau ofrecen así la oportunidad de
aproximarse a la obra de un creador que consiguió convertir en arte los gestos y
las costumbres de las personas en sus múltiples situaciones
cotidianas. Esta exhibición demuestra, con sumo gusto, que aún quedaba un Doisneau
desconocido al que acercarse.
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