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jueves, 27 de octubre de 2016

¿Tu dieta cojea?

EXTRA!

En una sociedad hiperinformada y desinformada a la vez, la apuesta de la editorial Paidós por títulos como 'Mi dieta cojea', del dietista-nutricionista y tecnólogo de los alimentos Aitor Sánchez García, arroja luz sobre uno de los ámbitos vitales que más interés suscita: la alimentación. Sánchez, incisivo e independiente, da el salto al papel tras años de trabajo en su blog homónimo, donde de manera accesible y con mucho humor se puede leer contenido útil y contrastado sobre nutrición y dietética.

El autor albaceteño defiende las buenas prácticas de los sanitarios que velan por los intereses de la población por encima de fines mayoritariamente lucrativos. En este sentido, toda publicación que desplace premisas sin base científica, como las inagotables dietas milagro o las verdades a medias de la industria alimentaria, son bienvenidas y necesarias. Subrayando que 'si tú no estás, estarán otros', Sánchez apuesta por una divulgación multiplataforma más allá de los medios tradicionales. Todas las redes sociales están invitadas.

En el libro se desmontan de manera clara y asertiva todos aquellos mitos que la desinformación y la publicidad al servicio de la industria han perpetuado. Mitos que quien más y quien menos ha repetido como un papagayo, creyéndose en posesión de la verdad absoluta. Poner en entredicho que se tiene que comer como dice la pirámide alimentaria es una de las cuestiones que pueden parecer más sorprendentes.

Si es un hecho que el abuso de harina y cereales refinados se relaciona con dietas poco saludables, no hay explicación lógica que sitúe a estos y otros alimentos en la base de la pirámide, guía nutricional de referencia en España. Su posición privilegiada justifica un consumo superior al de otros alimentos más saludables, como las frutas, verduras y hortalizas. Por tanto, es sensato afirmar que en la planificación de este recurso educacional han intervenido intereses extrasanitarios que la convierten en una ayuda poco válida.


Sin una política comprometida con la salud pública, la probabilidad de escoger alimentos convenientes en el supermercado es mínima. Permitir que sociedades científicas estampen su sello en galletas azucaradas y bollería ultraprocesada es un error que repercute directamente en la salud del individuo. A medio y largo plazo, la aparición de enfermedades relacionadas con hábitos malsanos supondrá un mayor gasto público destinado a combatirlas. ¿Realmente sale a cuenta?

Sánchez apuesta por dejar atrás el modelo simplista que clasifica a los alimentos por su cantidad de kilocalorías y que desestima otros aspectos nutricionales. En el segundo capítulo se afirma que 'el conteo de kilocalorías como acercamiento teórico puede valer, pero llevado a la práctica fracasa'. Bajo esta premisa, en una dieta de adelgazamiento la elección de un puñado de frutos secos puede ser más efectiva que tomar un snack de arroz inflado light, aunque tengan mayor valor energético. La saciedad que proporcionan los provechosos ácidos grasos de los frutos secos justifica la elección.

Sobre la calidad de los alimentos se habla también en el cuarto capítulo, donde se critica esa verdad a medias que asegura que 'no hay alimentos buenos ni malos'. La necesidad de matizar los términos bueno y malo, en una sociedad en la que abundan los malos hábitos alimentarios, convierte estos conceptos en sano e insano. Así, no se puede dudar de que tomar 100 g de ensaimada es peor que tomar 100 g de brócoli. Este falso mito ha fomentado los alimentos con poco valor nutricional y alta rentabilidad, impulsando dietas en las que se toma 'una pequeña cantidad de diferentes alimentos superfluos porque hay que comer de todo'.

La ética de los profesionales de la nutrición resulta crucial a la hora de resaltar las propiedades de los alimentos y su uso. De ética y educación viene aprendiendo Sánchez durante años gracias a su participación activa y voluntaria en los scouts, una organización de la que asegura que se sabe muy poco, pero que fomenta valores como la empatía, el espíritu crítico, la improvisación y el diálogo. 'Sin duda, me defino como scout', defiende al mismo tiempo que anima al consenso de la clase política para una mejor alimentación.


El 'despotismo nutricional' que el autor rechaza con la frase 'todo por la nutrición, pero sin los nutricionistas' denuncia una situación real que sitúa a España como único país de Europa sin dietistas-nutricionistas en la sanidad pública. De igual manera, en el capítulo 17 se hace alusión a un modelo social que fracasa al permitir que la mitad del planeta se muera de hambre, mientras que la otra mitad lo hace de enfermedades relacionadas con la obesidad.

Sobre estas y otras cuestiones, Sánchez y su equipo trabajan cada día en el Centro de Nutrición Aleris, un joven proyecto en el que también participan profesionales con presencia en medios de comunicación y redes sociales, como es el caso de Lucía Martínez, Bárbara Sánchez, Victoria Lozada, Cande Soulas o Virginia Gómez. Lejos de recetar dietas convencionales, en Aleris apuestan por un modelo conductual que imprima cambios reales en los pacientes con el objetivo de capacitarlos para tomar las decisiones correctas.

'Mi dieta cojea' es, en definitiva, un compendio de 19 apasionantes capítulos en los que el lector se despedirá de aquellas carnes rojas que no son tan saludables, romperá su idilio con los azúcares que le prometieron la felicidad, saludará a los hidratos de carbono por la noche y dará la bienvenida a las dietas vegetarianas. Una apuesta transparente por la educación que Aitor Sánchez completa cada semana en el programa 'Esto me suena' de RNE y en el espacio de La 2 'TIPS'.


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