
¡Mira que nos ha pasado veces! Estamos disfrutando de un maravilloso viaje en compañía de alguien especial y después de visitar no sé cuántos museos, otras tantas tiendas y de hacer caso al cuñado que nos dice aquello de que 'una ciudad se conoce recorriéndosela a pie', terminamos en un bar con ganas de tomar una rica cerveza con la que hidratarnos y darle un descanso al cuerpo. Y entonces pasa: lo que te trae el camarero no es lo que esperas.
No somos pocos quienes formamos parte del club de
seguidores de la buena clara, esa
combinación de cerveza y limón que compensa el sabor amargo de la cebada con el
dulzor y la acidez justa, convirtiendo su elección en un acierto siempre y
cuando la proporción del refresco no nos haga arrepentirnos el resto del día... porque una clara aguada es una decepción en toda regla.
Para evitar sorpresas, la empresa cervecera española San
Miguel reivindica el punto justo del limón con San Miguel Clara, un producto
refrescante (con un grado de alcohol del 3,2%) en el que la espuma blanca y cremosa
engatusa a cualquiera gracias al aroma intenso a limón natural y limonada, mezclado con
toques de cereal tostado y especias de lúpulo del que presume. El equilibrio
perfecto entre la mezcla cítrica y amarga de su combinación te hará buscarla
allá donde vayas.
El vertido del refresco de limón y la efervescencia del gas
disuelto son algunas de las claves que han tenido en cuenta la compañía para recordarnos
con su resultado que es posible acertar siempre que se apueste por ella.
Porque no hay nada más efectivo que confiar en aquello que te da justo lo que
necesitas, ¡y lo sabes!
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