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miércoles, 15 de febrero de 2017

Los hilos bárbaros que mueven el mundo

EXTRA!

El Teatro Fernán Gómez acoge, hasta el próximo 5 de marzo, 'Himmelweg, camino del cielo', la obra escrita por Juan Mayorga, dirigida en esta ocasión por Raimon Molins y protagonizada por él mismo junto a Elena Rayos y Guillem Gefaell. Como es habitual con los textos del dramaturgo madrileño, la obra atrapa al espectador desde el primer minuto, intrigándole y, sobre todo, preguntándole qué haría él en las situaciones que se describen.

La pieza más representada del dramaturgo madrileño comienza con el testimonio de una representante de la Cruz Roja que cuenta cómo durante la Segunda Guerra Mundial asistió a un campo de concentración nazi y realizó un informe en el que sólo podía leerse lo siguiente: 'Las condiciones higiénicas son satisfactorias. La gente está correctamente vestida, con las diferencias lógicas entre las clases sociales y los lugares de procedencia. Las condiciones de alojamiento son modestas, pero dignas. La alimentación parece suficiente'.

Desde el futuro, la autora de estas palabras, magistralmente interpretada por Elena Rayos, se pregunta cómo no pudo ver más allá de lo que le mostraron, si tuvo la posibilidad de hacer algo más, o si debe arrepentirse por haber contado únicamente lo que vio. Inquietar a los espectadores es uno de los propósitos de Mayorga, tal y como ha manifestado en muchas entrevistas. Defiende un teatro incómodo, más allá del entretenimiento, en el que el público no recibe lo que espera. Y eso es justo lo que nos encontramos.


Tras esta primera parte, las otras cuatro que componen la producción se sitúan en el propio campo de concentración y nos van mostrando el porqué y el cómo la representante de la Cruz Roja llegó a las conclusiones que luego redactó en su informe. Mayorga da vueltas sobre temas recurrentes que le obsesionan e impregnan toda su obra dramática, como la manipulación de la verdad o la coexistencia de la cultura y la barbarie. Plantea situaciones que, con la Historia como telón de fondo, presentan un análisis de las miserias humanas. Las relaciones entre víctimas y verdugos son observadas con lupa para hacer un análisis sobre el poder del dominador y la docilidad de los dominados.

En escena tenemos al comandante, militar formado y culto que intenta justificar el salvajismo en el que está inmerso. Raimon Molins es el encargado de dar vida a este personaje que se debate entre la necesidad y bondad que pueden tener sus actos y la doble moral de justificar lo injustificable. La fuerza de su interpretación es abrumadora y desprende pasión a la par que violencia.

Como contrapunto, el comandante mantiene conversaciones con el judío elegido como alcalde de este campo, Gottfried, que se ve en la tesitura de realizar diversos actos para salvar su pellejo y el de los suyos. Interpretado acertadamente por Guillem Gefaell, es un tipo nervioso que titubea y tiene el poder de transmitir a todos sus compañeros de cautiverio las indicaciones del opresor. Él mismo se cuestiona por qué no se rebelan y siguen el juego.


El resto del elenco está compuesto por marionetas tan expresivas como los tres actores en escena, seres inertes ajenos al vaivén del cuidado escenario giratorio, obra de Mireia Trías. Y es que, en ciertas situaciones en las que las personas pierden su poder de decisión y su dignidad, quizá sea esto en lo que se convierten, en títeres movidos por intereses diversos.

Asistir a una obra de Juan Mayorga es siempre un acto inspirador y recomendable. No en vano es el autor español vivo más representado fuera de nuestras fronteras, galardonado, entre otros, con el Premio Nacional de Literatura Dramática y el Premio Europa de Nuevas Realidades Escénicas, cuyas obras han sido traducidas a más de 30 idiomas en todo el mundo. Resulta sin embargo curioso observar los pocos espectadores que asistieron a disfrutarla el día en el que tuvimos la oportunidad de verla. Especialmente si vemos el gran éxito que está teniendo 'El cartógrafo', con Blanca Portillo, en las Naves del Español, montaje con temática similar y entradas prácticamente agotadas.

Quizá esto sólo sea el reflejo de cómo nosotros, las marionetas, nos movemos al son de quienes deciden mediante estudiadas técnicas publicitarias qué vemos y qué no, qué hacemos este sábado y en qué empleamos nuestro dinero. Por eso os animamos a cortar las cuerdas y a ver, sin miedo a equivocarse, 'Himmelweg, camino del cielo'.


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