lunes, 13 de marzo de 2017

Una separación difícil

EXTRA!

Pocas han sido las veces en que una propuesta teatral del país del tango llega a Madrid para pasar sus días sin pena ni gloria. Los escenarios de la capital están de enhorabuena cada vez que creadores como el director bonaerense Pablo Messiez aterriza en ellos con su particular maletín de propuestas y soluciones escénicas. El emblemático Teatro de La Abadía tiene en cartel, hasta el próximo 19 de marzo, 'He nacido para verte sonreír', una pieza firmada por el también argentino Santiago Loza, con Isabel Ordaz y Nacho Sánchez como únicos y deliciosos protagonistas.

El texto del dramaturgo reconocido en Sudamérica y también cineasta contiene una factura impecable de cotidianidad y profunda reflexión. Yendo de la experiencia personal hacia la más pura fantasía, Loza explora la frágil relación entre Miriam y su hijo durante un momento clave de su historia familiar. El reducido espacio temporal en el que sucede la obra, durante las horas anteriores a la separación indefinida de los personajes, aumenta la tensión de un drama que acumula cierta cantidad de azúcar y humor para sorprender en los últimos sorbos.

El escritor destaca de la labor de Messiez que haya revelado ciertas zonas del texto que yacían casi dormidas en su memoria. Uno de los motivos por los que el director, buen conocedor de la trayectoria de Loza, ha elegido 'He nacido para verte sonreír' es por el ingenio con el que se plasma una situación compleja de forma sencilla. Ambos comparten el gusto por las circunstancias cotidianas de fuerte impacto emocional, como Messiez ya demostró con la puesta en escena de 'Las plantas', de su propio puño y letra.

Algo interesante es cómo se ha conseguido dar voz al hijo ausente de Miriam. En este sentido, la obra permite reflexionar sobre la didáctica del teatro: a pesar de que se logra la comunicación entre el personaje y el público, lo realmente bello es la manera en que se crean esos mensajes. Un camino que Nacho Sánchez y Pablo Messiez han acordado recorrer con altas dosis de poesía y sentido de la estética.


El reto interpretativo de Sánchez es extenuante y poco convencional, lo que inyecta interés en el montaje y cruza una puerta pocas veces atravesada por el teatro más comercial, la de las metáforas visuales y el simbolismo. El joven actor reconoce que tenía sobre la mesa un papel bien diferente al resto de su carrera, lo que le ha obligado a investigar otras expresividades y enfrentarse a un sinfín de vaivenes y descubrimientos. El actor abulense ya se colocó bajo la batuta de Messiez en 'La piedra oscura', pieza celebrada por el público y la critica que le valió el premio a mejor actor revelación otorgado por la Unión de Actores y Actrices en el pasado 2016.

Un texto tan complejo requiere de una actriz versátil que sepa vivificar cada frase de la obra y sudar las incoherencias de un personaje como Miriam. Pese a que la propia Isabel Ordaz reconoce la dificultad que ha supuesto abarcar todas las preguntas que plantea el papel, lo cierto es que su trabajo brilla con luz propia, algo que se refleja en jugosos monólogos, llenos de matices y divertidos, en contra de lo que cabría esperar. La poesía aparece de forma inesperada en una mujer que, sin saberlo, está buscando el sentido de la vida.

La escenografía y el vestuario, diseñados por Elisa Sanz, son de un detalle extraordinario y acaban de dibujar el nido en el que esta familia intenta vivir. Los ambientes sonoros de Nicolás Rodríguez están elegidos de manera exquisita y resultan fundamentales para acabar de comprender a los personajes. Sumergirse en la obra, que ronda los 90 minutos, es sustituir la inercia de la rutina por la atención plena. La incomprensión que ahoga a sus protagonistas sucede continuamente en todos los lugares del mundo. Esta frágil situación pertenece al universo de las contradicciones, al viejo choque entre el instinto y la sociedad, y a la falta de empatía que puede rodear a las circunstancias humanas. 


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