jueves, 21 de diciembre de 2017

Mujeres brillantes que no existieron

EXTRA!
'Una habitación propia' en el Teatro Galileo

Punzantes y necesarias son las palabras de 'Una habitación propia', famosísimo ensayo que la escritora británica Virginia Woolf editó en 1929, y que regresan por tercera vez a los escenarios madrileños tras gran éxito de crítica y público. Un bofetón de realidad tan actual hoy como hace un siglo. Un certero monólogo, feminista hasta la médula, que no ha perdido un ápice de interés.

Tras agotar localidades a su paso por el Teatro Español y el Kamizake, es ahora el Teatro Galileo el que programa la adaptación escénica dirigida por María Ruiz de este libro de Woolf. El texto, que volverá al mismo escenario el próximo mes de junio, pivota sobre la presencia de las mujeres en el mundo de la literatura, aunque va mucho más allá.

A través de una alter ego que imparte una clase universitaria, Woolf repasa el papel creativo de las mujeres en el mundo de las artes. Una revisión que lo es, sobre todo, de aquellas mujeres brillantes que nunca fueron. O, más bien, la historia de aquellas a las que no les permitieron ser. La de las obras nunca creadas, que se perdieron sin ni siquiera haber llegado a existir.

Porque nacer mujer es algo que hasta el pasado siglo, y aún hoy en muchos contextos, ha sido un impedimento para realizar lo que a los hombres sí les estaba permitido: crear arte. Apenas unas pocas lograron las condiciones necesarias para poder dedicar su vida a labores que no fueran las familiares. Unas circunstancias específicas que Woolf resume en dos: disfrutar de su dinero para contar con una independencia vital y una habitación propia que posibilite la libertad creativa sin interferencias.

Clara Sanchís en escena

Una magistral Clara Sanchís pone voz y emoción durante 75 minutos a las deliberaciones, al principio aparentemente vagas pero después tremendamente afiladas, que la prestigiosa autora británica escribió a principios del siglo XX, apenas una década después de la consecución del peleado sufragio femenino.

La velada comienza con un paseo por el campus que pronto deriva en un torbellino dialéctico que atrapa con fuerza al espectador. Airadamente, Sanchís protesta por pequeñas diferencias en comportamientos sociales, lo que hoy llamaríamos micromachismos, antes de entrar a repasar las bochornosas descripciones que insignes hombres de la Historia dedicaron al sexo femenino. Frase a frase, el estupor se va adueñando del público. Con el ambiente caldeado, se teoriza sobre cuál hubiera sido el devenir de una ficticia hermana de Shakespeare, cuyo equiparable ingenio habría sido sin duda apagado en una sociedad en la que el 50% de la población vivía sometida por la única condición de su sexo.

Mientras deambula por un sencillo pero cálido entorno, compuesto por una mesa con varios legajos y un piano, los gestos y palabras de Sanchís cautivan a los presentes. Las pequeñas pausas en las que la actriz ensaya obras de Bach apenas suponen un respiro, pues la furia acaba apoderándose del martilleo de las teclas. La espiral discursiva crece y deriva en momentos de ironía que disparan cómplices risas del público en la arenga final. 

Un embargante sermón que no puede sino hacer suyo cada uno de los espectadores que comprenda la injusticia histórica del patriarcado, que tristemente aún no ha tocado a su fin. Este tercer breve periodo sobre las tablas de 'Una habitación propia' supone una delicia pasajera que, sin duda, hay que apresurarse a disfrutar antes de que vuele, quizá esta vez para no regresar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario