lunes, 19 de febrero de 2018

El amor como única filosofía

EXTRA!
Rosana en Madrid

Ocurre esos días en los que uno necesita espacios que no quiere compartir con nadie. Con la ciudad llena de gente y la cabeza saturada de pensamientos, hay momentos en los que el recogimiento y el bendito instante de darle al play y que suenen las primeras notas de una canción lo llenan todo de luz. No es necesario hurgar en la herida. Hay creadores capaces de sanar sin caer una y otra vez en la autocompasión, como la lesión que cicatriza cuando el agua del mar baña la piel desnuda o la luz del sol provoca una sonrisa que en su propio idioma afirma que lo mejor está por llegar.

Miles de personas se reunieron el pasado viernes 16 de febrero en el mítico Palacio de los Deportes (hoy Wizink Center) de la capital española para abrir juntos el maletín de emociones que la cantautora canaria Rosana desplegó en una cita precedida por una gira con un centenar de fechas por América, con paradas en lugares como Washington y Canadá. La energía y sensibilidad de la artista inundaron el escenario desde el inicio, hacia las 21.40 h., a pesar de un incidente con el bajo que no impidió la interpretación acústica de 'Lunas rotas', tema que tituló un trabajo debut que rozó los dos millones de ventas en el año 1996.

Aún en la penumbra y como prólogo a una actuación apoteósica, la cantante provocó las primeras lágrimas con 'Mi trozo de cielo', tema que no iba a estar presente en la velada pero que apareció para acompañar una petición de mano en uno de los momentos más románticos de la noche. Cuesta no apoyar la cabeza en el hombro de quien se tiene al lado cuando, 22 años después de editarse, vuelve a sonar aquello de si tú no estás aquí me sobra el aire, inicio de un 'No puedo estar sin ti' con el que habrán llorado muchos de los presentes.

Rosana en el Wizink Center

Como ella misma subraya a menudo en sus entrevistas, el tiempo para la pena tiene que ser el justo para aprender de las frustraciones y centrarse en el lado hermoso de la vida, con himnos que empujan a la fe como 'Llegaremos a tiempo' y al amor propio, esencia de una coreadísima 'Todo es empezar'. En un ambiente optimista, con las emociones a flor de piel y un público entregadísimo, fueron sucediéndose los temas de su séptimo disco, 'En la memoria de la piel', publicado el pasado mes de noviembre de 2016 tras una grabación improvisada en el hogar de la artista.

Canciones que sirven de abrazo y consuelan como 'No olvidarme de olvidar' y 'En la memoria de la piel' integraron la parte más eléctrica de un recital que, a pesar de la magnitud del recinto, se convirtió en una pequeña sala donde se disfrutó del formato acústico con el que nació la carrera de Rosana en piezas como la desgarradora 'Tormenta de arena', con la que la lanzaroteña demostró su salud vocal tras más de dos décadas dándole calor a los amantes de sus composiciones.

La humilde escenografía, coherente con la cercanía y sencillez de la cantautora, así como un equipo de músicos de categoría, formaron parte de una noche marcada por las ganas de superación, con momentos para la celebración como 'Así son las cosas', con su equipo acompañándola al micro, y un cierre en el que se fusionaron clásicos como 'El talismán' y 'A fuego lento', con la canaria mezclándose entre un público al que aún le quedaba soltar lastre en 'Pa ti no estoy' y despedirse con el mensaje positivo de 'Mañana'. Dejando el escenario al grito de 'que nada ni nadie os borre la sonrisa', Rosana impartió una lección tras otra en un concierto para el recuerdo. Y de fondo el amor, entendido como ausencia de miedo y única filosofía posible en esta vida.


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