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La ciudad de Madrid es uno de los entornos favoritos del cine español. Sus calles han sido escenario de romances, comedias, dramas y hasta thrillers. En la memoria de muchas generaciones de espectadores quedaron imágenes tan míticas como la impactante soledad de la Gran Vía ante la presencia de un joven Eduardo Noriega en 'Abre los ojos', la obra de Alejandro Amenábar. En 'El día de la bestia', Álex de la Iglesia declaró un homenaje muy diferente a la capital, recogiendo las Torres Kio o, mejor dicho, la famosa Puerta de Europa, rendida a los pies del hijo de Satanás, o aquel letrero de Schweppes que ilumina la Plaza del Callao encumbrando el Edificio Carrión.
Madrid también ha sido moda en el
séptimo arte. En las primeras décadas del siglo XX, la Puerta del Sol
se convertía en imagen de la modernidad, de la España contemporánea y de la República. Precisamente por ello, el franquismo obvió espacios que rememoraban el pasado y una corriente política totalmente opuesta.
Durante la dictadura se potenciaron zonas como la
Castellana, ese Madrid imperial, lujoso y burgués del que se hacía gala en comedias costumbristas de autores como Rafael J. Salvia ('Las chicas de la Cruz Roja') o Pedro Lazaga ('La ciudad no es para mí'). Aparte
de los lugares más turísticos que el cine tanto adora, existen otros
escenarios que recogen toda su esencia. Hablemos de algunos pequeños rincones con historia:
En la calle Alcalá, 42, el Círculo
de Bellas Artes cuida con recelo la cafetería La Pecera, un lugar de encuentro
para todos los amantes de la cultura y, por supuesto, de la gastronomía. Techos
altos que arropan el estilo neoclásico que presenta y una habitual selección de
obras en sus paredes son testigos de charlas amenas y sesiones de música en
vivo en lo que supone un tesoro madrileño desde 1880 y que, a día de hoy, abre todos
los días del año a disposición de aquellos que deseen rememorar películas como 'Una mujer bajo la lluvia', el remake de Gerardo Vera en el que Ángela Molina
formaba un triángulo amoroso junto a Imanol Aria y Antonio Banderas, con quien
se encontraba aquí al atardecer.

El barrio de Malasaña se
convirtió en uno de los escenarios predilectos del cine español de la movida.
Sin ir más lejos, en el número 14 de la calle Palma se sitúa la casa de los pintores
Costus, en donde Pedro Almodóvar rodó su mítica 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'. Durante 'La piel que habito' grabó en la calle Barco, al igual
que otros directores como Emilio Martínez-Lázaro o Alejo Flah, rendidos a los encantos del lugar. Fue Mateo Gil quien escogió
el Café Pepe Botella, en plena plaza del Dos de Mayo, para su obra 'Nadie conoce a nadie', thriller protagonizado por Eduardo Noriega, Jordi Mollà y
Paz Vega. Un rincón en el que el propio autor trabajó en su juventud y que guarda la esencia de la zona.
Muy cerca de la parada de Metro Noviciado, en
el comienzo de la calle Minas, se encuentra Picnic, donde uno de los
cineastas españoles más populares de los últimos años, Carlos Vermut, rodó su ópera prima, 'Diamond Flash', un thriller de tintes fantásticos protagonizado por cinco mujeres de
bandera. Íntimo y agradable, este local de dos plantas es uno de los más
emblemáticos del barrio de Malasaña. Su aire retro y sus precios económicos atraen
a un público de lo más variopinto a cualquier hora del día para, al caer la
noche, ofrecer diferentes y atrevidos espectáculos. Vermut regresaría a estas
calles con 'Magical Girl', aunque el último en rodar allí ha sido Emilio
Martínez-Lázaro con su comedia romántica 'Miamor perdido'.
Almodóvar es, sin duda, uno
de los cineastas que más cariño profesa a la capital. En '¿Qué he hecho yo para merecer esto!', donde una abnegada Carmen Maura se sometía al
infierno de la vida urbana, el manchego rodaba junto a Chus Lampreave una
escena en el interior de la Taberna Alhambra, situada en la calle de la Victoria, 9.
Allí, a pocos metros de la Puerta del Sol, la entrañable actriz se
quejaba, con gran desparpajo, de no haber conocido Granada aún. Con una fachada
puramente castiza, azulejos decorados con imágenes de la Alhambra y tapas populares, este céntrico restaurante ha sido siempre el perfecto
colofón de paseos y días de turismo. Taberna típica donde las haya, dispone de un ambiente rústico, comida abundante y buenos precios que todo madrileño debería conocer.

En Alonso Martínez, con vistas a
la Plaza de las Salesas, el pub irlandés Finnegans fue el escenario perfecto
de la cinta de Cesc Gay ganadora de cinco premios Goya, 'Truman'. El drama protagonizado por Javier Cámara y Ricardo Darín sitúa uno de
sus diálogos en este escenario internacional. Un bar íntimo, cálido, alejado
de las zonas más turísticas de la capital, decorado en madera, con una variada
carta y que, además, es un paraíso para los amantes de la cerveza. Si
algo caracteriza al Finnegans son los deportes televisados, eventos que crean
un ambiente divertido y realmente emocionante.
¿Existe alguien que no
conozca la mítica escena de 'Tacones lejanos',
en la que un travestido Miguel Bosé canta 'Un año de amor', inolvidable tema de Luz Casal? Con un vestido rojo de
lentejuelas y una peluca rubia, cruzaba una cortina de cadenas
de forma sensual para llenar con su presencia el escenario del tablao flamenco
Villa Rosa, situado en la céntrica Plaza de Santa Ana, 15. El espacio, de
principios del siglo XX, guarda la esencia más tradicional de España con
espectáculos de un arte que sólo puede correr por las venas y que se acompaña por una exquisita cocina. Todo un
santuario de obligada visita por el que han desfilado grandes artistas como Lola Flores, Imperio Argentina o Pepe Marchena.
La taberna de Jesús Sierra tiene
un ambiente más tranquilo de lo que aparenta en 'No habrá paz para los malvados', el thriller de Enrique Urbizu. Un bar de los de siempre,
situado en el número 99 de la calle Cartagena, testigo de
la gran evolución del distrito de Chamartín en las últimas décadas. Abierto en el año 1955, lo más seguro es que su dueño jamás llegase a pensar que el local que un buen día
levantó su padre se convertiría en el escenario perfecto con el que arrancaría el
largometraje del cineasta bilbaíno, trabajo con el que se alzó con dos premios
Goya y la medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos.

En la plaza de Canalejas se encuentra uno de los locales con más historia de
la capital. Un lugar imponente en cuyo interior se han reunido los más
brillantes intelectuales, además de servir de escenario de varias películas españolas, desde 'Más que amor, frenesí',
la comedia dramática de los directores Alfonso Albacete, David Menkes y Miguel
Bardem, hasta el blockbuster hollywoodiense 'El ultimátum de Bourne',
aunque, en este caso, simulaba ser un local de Turín. Es difícil que pase
desapercibido debido a su carta
elaborada, una ambientación sinigual y su encantador estilo vintage.
BAR COCK
En la calle Reina, 16, el exquisito Bar Cock nos sumerge en 'Los abrazos rotos', de Pedro Almodóvar, que rodó entre los muros de una de las más famosas coctelerías de la capital. Exclusivo, elegante y clásico, son muchos los que alaban el glamour de su decoración, prácticamente intacta durante las últimas décadas. Por allí han desfilado estrellas de la gran pantalla como Ava Gardner o George Clooney, así como otros artistas de la talla de Francis Bacon o Susan Sontag. Un bar con alma propia convertido en un auténtico refugio madrileño.
En la calle Reina, 16, el exquisito Bar Cock nos sumerge en 'Los abrazos rotos', de Pedro Almodóvar, que rodó entre los muros de una de las más famosas coctelerías de la capital. Exclusivo, elegante y clásico, son muchos los que alaban el glamour de su decoración, prácticamente intacta durante las últimas décadas. Por allí han desfilado estrellas de la gran pantalla como Ava Gardner o George Clooney, así como otros artistas de la talla de Francis Bacon o Susan Sontag. Un bar con alma propia convertido en un auténtico refugio madrileño.
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