lunes, 29 de octubre de 2018

Hacia un Madrid sin humos

EXTRA!
Gran Vía peatonal

Madrid es de por sí una ciudad llena de obras. Los teatros del centro de la capital son pista de aterrizaje habitual de grandes producciones que triunfan en Broadway y el germen de montajes que después giran por todo el país. Pero el núcleo urbano también está siendo tomado por otro tipo de obras que la van a transformar desde sus cimientos. Se trata de un punto de inflexión que conducirá a una metrópoli menos contaminada y más peatonal, siendo una transición rodeada de polémica y amenazada por trabas políticas y económicas. De lo que no cabe duda es de que estamos ante un cambio que nos pondrá frente a un futuro en el que nadie cuestionará que se tomase la decisión de transformar las calles. No hace falta más que ver el Madrid de asfalto del que venimos para hacernos una idea de adónde vamos.

La controversia ha envuelto durante meses la transformación de una Gran Vía que ya presume de aceras más anchas, bancos y nuevos pasos de cebra, aunque su nueva cara esté aún alejada de un modelo sin coches que algún día llegará. Sin embargo, la metamorfosis previa de rúas como Preciados o la Puerta del Sol, así como la peatonalización del Parque del Retiro, nos permite soñar. Por cierto: Madrid no es ni mucho menos la única gran urbe que apuesta por limitar el tráfico.

Más allá de las mejoras de la Gran Vía, otros puntos centrales también abogan por la ampliación de espacios para el viandante. La calle Atocha se ha vuelto más accesible con la disminución de carriles, la plaza de Canalejas se enfrenta a una pequeña metamorfosis y Carretas logra - por fin - convertirse en un eje peatonal más que desemboca en el kilómetro cero. La gran transformación de Plaza de España, con un nuevo gran corredor verde entre el Palacio Real y el Parque del Oeste, donde se asienta el mítico Templo de Debod, supone un punto más de amabilización de la ciudad.


Además, otras seis plazas 'traseras' de Gran Vía van a recibir un lavado de cara: la de la Luna (epicentro de la galaxia friki de Madrid), Mostenses, Pedro Zerolo, Santo Domingo, San Martín (Las Descalzas) y El Carmen. Todas ellas ganarán en mobiliario urbano y vegetación, convirtiéndolas en entornos urbanos más acogedores. Otras vías y plazas de barrios están siendo remozadas para que los vecinos tengan más espacio en sus calles.

A un lado van quedando aquellos que aún enarbolan el derecho a contaminar  el aire que todos respiramos. Los datos son claros: un estudio de la Asociación de Empresas Gestoras de Transportes Colectivos Urbanos (ATUC) recoge que el tráfico rodado es el causante del 70% de las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) en las ciudades, mientras que un autobús evita la contaminación de 50 coches y un metro elimina el humo de 400 vehículos. Si esto lo multiplicamos por los 1.903 autobuses de que dispone el Consorcio Regional de Transportes de Madrid (CRTM), los 1.400 trenes de Cercanías y los 2.232 coches de Metro de Madrid, está claro por qué hay que apostar por un modelo de transporte público. No es sólo una inversión en movilidad eficiente, sino sobre todo en salud.

La mejora de Metro es clave. La red sufre numerosos achaques que los intermitentes cierres veraniegos apenas pueden paliar. Las recientes inversiones de la Comunidad se centran en la mejora de 33 estaciones y, dentro del Plan de Accesibilidad, en la instalación de ascensores y escaleras en otras 32 paradas. Las obras de acondicionamiento de las estaciones de Gran Vía o Sevilla son las que más eco mediático tienen, por estar en el centro de la ciudad. Sin embargo, son constantes las denuncias de falta de personal para poder dar a los usuarios el servicio que se precisa ante la enorme demanda. La contratación de maquinistas y adquisición de nuevos trenes se vuelven requisitos más necesarios que nunca.


Las próximas inyecciones económicas en Metro de Madrid van destinadas a la futura megaampliación de la Línea 11, que se espera dure toda una década. Esto generará una  conexión semicircular por el este de la ciudad, siendo evidente que uno de los problemas de movilidad de la capital es la radialidad del sistema, lo que obliga a todos los usuarios a pasar por el centro en un viaje que a menudo es mucho más directo y rápido en coche entre dos puntos exteriores. La primera etapa de la futura gran Línea 11 conectará Plaza Elíptica con Conde de Casal en el año 2023, beneficiando a los vecinos de los municipios del sur de la capital. La conexión de Metrosur con la Línea 3 (para enlazar Villaverde con Getafe) sigue siendo una reivindicación prometida pendiente.

En cuestión de Cercanías y conexiones a media y larga distancia, Atocha y Chamartín serán próximamente fruto de grandes inversiones que transformarán las estaciones para modernizarlas y dotarlas de más capacidad. El objetivo es que este eje ferroviario sea mejorado con vistas al 2023. Así, se pone el foco en la modificación de todo un área de la capital en el entorno de Chamartín, con el también polémico proyecto de Madrid Nuevo Norte, que por fin verá la luz.

La nuestra es una ciudad viva que ha de evolucionar para integrar mejor a sus barrios en el acceso al transporte público, haciendo hueco en su corazón al peatón. Las obras que permiten este cambio de piel suponen, sin duda, una constante molestia para sus residentes, pero el objetivo está claro: conseguir un modelo que nos aleje del coche para reducir la contaminación, ganar en accesibilidad y conexiones, para permitirnos pasear y disfrutar de unas calles con menos humos. Y, aunque queda mucho por hacer y otras tantas mentalidades por cambiar, el camino es lento pero seguro.


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