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En el 40 aniversario de la democracia española son muchos los museos y organizaciones que echan la vista atrás y analizan este período reciente con la perspectiva y la mirada crítica que nos da el paso del tiempo. La propuesta del Museo Reina Sofía se presenta en la muestra 'Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición', que podrá visitarse hasta el 28 de junio de 2020. El origen de la exposición se remonta al año 2008, cuando el centro comenzó una investigación para reivindicar las experiencias artísticas excluidas del discurso institucional de los años 70 en la España franquista.
Más de 250 obras de muy diversos
formatos (pintura, vídeo, cine fotografía, cómic, documentos o instalaciones)
forman parte de una colección articulada en torno a dos grandes ejes: el arte
de grandes nombres representado por la participación española en la Bienal de
Venecia de 1976 y las diferentes manifestaciones de la contracultura ciudadana
de los años 70, en la que jóvenes, asociaciones vecinales y mujeres adquirieron
una especial relevancia. Dos bases que ya merecían el estudio en
profundidad que les ha dedicado esta institución y que se ganaron su derecho a
ocupar un lugar en la historia.
Para comprender la
exposición es necesario poner en contexto la importancia de la Bienal de
Venecia de 1976, ya que fue concebida en sí misma como un acto reivindicativo y
militante frente el discurso oficial. Hay que recordar que la edición anterior - celebrada en 1974 - había supuesto un homenaje a la resistencia chilena ante Pinochet. De hecho, el pabellón español se mantuvo cerrado, ya que no se invitó al país, quedando relegada a una comisión, conocida como la comisión
de los 10, que se encargó de mostrar el arte que se había producido en los
40 años de dictadura a través de la exhibición 'España. Vanguardia Artística y Realidad Social, 1936-1976'. La sala inicial de la muestra es casi una
reconstrucción arqueológica de la original, con obras como la irónica 'Ronda de noche con porras' de Eduardo Arroyo; 'La mujer' de
Alberto Corazón; los barrotes rematados con una cerradura con los que Agustín
Ibarrola demandaba amnistía; 'El abrazo' de Juan Genovés, y algunos trabajos de la
serie Paredón, con la que el grupo artístico Equipo Crónica denunció los últimos fusilamientos
del franquismo, el 27 de septiembre de 1975.
Sobresalen numerosos
documentos audiovisuales en torno a la Bienal: en un reportaje para la televisión húngara llama la atención cómo se compara el franquismo
con la mitológica Hidra de Lerna, puesto que cada vez que se cree erradicado vuelve como esa cabeza de serpiente que renace al ser cortada. Una afirmación que bien podría hacerse hoy en día tras presenciar el revuelo creado ante la propuesta de exhumación de los restos
del dictador o la asunción de ciertos términos por parte de la derecha española. Además, se recogen diversos documentos que
atestiguan la diversidad artística de la Bienal, en la que también fueron
protagonistas la música, la poesía o el teatro de la mano de compañías como Els
Joglars o artistas como Nuria Espert.

El otro núcleo que vertebra la
cita se dedica a los héroes olvidados de la Transición: los
ciudadanos que, organizados en asociaciones vecinales, movimientos feministas,
pacifistas o ecologistas, lideraron la contestación al Régimen. Esta
contracultura surgida en las calles se presenta a través de temas como la
crisis de la masculinidad, la estética de la protesta, la juventud en la
Transición, las reivindicaciones de las mujeres o los llamados marginados
constitucionales, es decir, aquellos a los que se excluyó de la Constitución. Toman protagonismo expresiones artísticas alejadas de lo
tradicional como graffitis, performances o medios alternativos
como las revistas Ajoblanco o Vindicación Feminista, símbolos de una época
que buscaba la libertad tanto en lo artístico como en lo vital. El cine tampoco queda al margen y tiene su representación
con la icónica 'La Cabina' de Antonio Mercero; 'Deprisa, deprisa' de Carlos
Saura o 'Entre tinieblas' de Pedro Almodóvar. Esta última se proyecta en una
sala dedicada a la otra cara de estos movimientos, en la que se refleja el
consumo de drogas, el mundo de la noche y la proliferación de las tribus
urbanas.
El recorrido finaliza con una estancia
que gira en torno al referéndum constitucional y en el que se reúnen tanto las
manifestaciones a favor como en contra. Resulta curioso comprobar cómo muchas
de esas críticas que se hicieron al texto constitucional, como la imposición de
la monarquía o el marco autonómico, siguen vigentes en la actualidad
y son las mismas por las que se pide una reforma.
Imprescindible recuperar el 'Dossier Constitución' de la revista Ajoblanco, en el que se critica la arrogancia de la Carta Magna, que se ve a sí misma como un todo definitivo y no como un texto en evolución, o ver la serie de fotografías de Alberto Schommer, donde se muestra una curiosa visión de los principales representantes de los primeros partidos políticos de la democracia: a los del PCE se les plasma como pensadores, los del PSOE son unos toreros con capa, los de UCD tienden la mano al pacto y los de Alianza Popular son gladiadores con espada y escudo.
Imprescindible recuperar el 'Dossier Constitución' de la revista Ajoblanco, en el que se critica la arrogancia de la Carta Magna, que se ve a sí misma como un todo definitivo y no como un texto en evolución, o ver la serie de fotografías de Alberto Schommer, donde se muestra una curiosa visión de los principales representantes de los primeros partidos políticos de la democracia: a los del PCE se les plasma como pensadores, los del PSOE son unos toreros con capa, los de UCD tienden la mano al pacto y los de Alianza Popular son gladiadores con espada y escudo.
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