EXTRA!
A veces nos gusta subirnos al coche y dejar a un lado el centro de la ciudad para descubrir rincones donde llenar el estómago lejos del ruido y las grandes multitudes. Y en la lista de locales que cumplían esta condición teníamos pendiente desde hace tiempo acudir a Popa, un negocio dirigido por el madrileño Alejandro Carbó que abrió sus puertas el año pasado en la calle Santa María Magdalena 14, a unos pasos de la estación de Metro de Pío XII, en una zona residencial de Chamartín donde durante años ocupó su lugar el restaurante Lobato.
Lo primero que llama la atención de Popa, que se
presenta como una apuesta firme por la cocina de mercado, es su amplitud y su
sobria decoración a cargo de Laura García Soto y Óscar García Moneo,
responsables del estudio madrileño Byral, que apuestan por un espacio luminoso donde predomina el mármol y los colores de baja saturación en distintas zonas (una barra para tapear, un gran comedor pensado para los
desayunos y los almuerzos, y una zona principal acristalada donde se
centraliza el servicio de cenas) en las que destaca una cocina abierta que
pretende compartir la pasión por la comida con los clientes, apostando por la
máxima transparencia. Su bonita terraza promete ofrecer agradables veladas ahora
que llega el buen tiempo.
Aunque lo cierto es que al servicio aún le quedaba terminar
de encontrarse cómodo en nuestra visita, el precioso espacio y la buena materia
prima convencen en un restaurante al que muchos acuden haciendo uso del descuento del 30% que habitualmente suele ofrecer el portal El Tenedor. El
local es recomendable para grupos o citas en las que uno desee estar tranquilo
en un entorno diferente con recetas tradicionales bien elaboradas. Aparcar, por
otra parte, no supondrá problema alguno.
Si bien es cierto que lo que mejor les está funcionando son los menús de mediodía, en los que se combinan platos del día según
temporada junto a carnes y pescados a la plancha, curiosear la carta
también es interesante para cualquier amante del buen comer, con un ticket medio de 35 euros por persona. Pedir
su selecta carta de vinos (sirven por botella) no es mala idea, con referencias
que van de los 10 a los 45 euros.

Platos típicos como la ensaladilla rusa, las croquetas y la
tortilla de patata contrastan con las hojas de shiso con papada confitada o el
taco de rabo de toro con crema agria especiada y cilantro. Nosotros pudimos
probar unas deliciosas alcachofas en flor confitadas en aceite de oliva que
enamorarán a los amantes de la verdura, seguido por un contundente wok de
tallarines Udon, que se suele servir con ternera y gambón.
La carne tiene un peso importante en la carta de Popa, con
opciones como la carrillera de cerdo ibérico cocinada en su jugo con parmentier
trufado o un explosivo steak tartar,
que llega a la mesa con patatas chips caseras. Los que prefieran el pescado podrán
elegir entre el rodaballo al falso pil-pil con ajetes asados y piparras y
clásicos como el bacalao, la merluza y la lubina, que se sirve sobre cama
de tirabeques.
Dicen que el crumble de almendra es uno de los puntos fuertes
del local, aunque la torrija especial de la casa, con helado de leche merengada también es tentadora. Presumen de contar con la mejor tarta de chocolate del mundo,
aunque nosotros probamos una correcta tarta de queso
casera. Los que suelan contar las calorías podrán decantarse por fruta de
temporada. Abren de lunes a miércoles de 08.00 a 16.00 h.; jueves y viernes de 08.00 h. a medianoche, sábados de 12.00 a 00.00 h. y domingos de 12.00 y 18.00 h.
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