EXTRA!

Mucho se ha escrito sobre la vida y obra de la fotógrafa estadounidense Francesca Woodman, una de las creadoras más interesantes del siglo XX, y casi siempre se ha hecho sin pasar por alto su fatal destino, aquella huida por la ventana con la que quiso poner punto final a su vida sin haber cumplido 23 años. Lo cierto es que un dato biográfico de tal calibre, que fantasea con oscurecer su abundante producción, no se debe obviar, pero tampoco ensalzar o mitificar a la hora de conocer su trabajo.
La selección de su excelso recorrido que la Fundación Canal exhibe hasta el próximo 5 de enero en Madrid no pasea entre la alegoría de su muerte, pero sí se centra en descubrirnos a una fotógrafa sublime y original, con un nombre propio y estilo que no deja de estudiarse por sus motivos, técnica, narrativa y composición. Así lo pone en valor la conservadora del Moderna Museet de Estocolmo, Anna Tellgren, responsable y comisaria de un cuidado repertorio que ha titulado 'On being an angel'.
La
infancia de Francesca Woodman se tejió entre Boulder, en Colorado, y Antella,
el pequeño pueblo de la Toscana donde a sus padres, pintor y ceramista, les
gustaba pasar largas temporadas en contacto con la naturaleza y la vanguardia
artística de la zona, a tan solo 30 minutos en coche de Florencia. De aquella
época recogió los tempranos frutos de un conocimiento sobre el mundo
grecorromano y la tradición cristiana, que jalonan su universo creativo desde
los comienzos.
En
esta exposición se recoge uno de los ejemplos más nítidos que dicha
influencia clásica esculpió en la autora. La serie sobre las cariátides, compuesta por grandes fotografías reveladas con la técnica de la cianotipia, que las confiere un
sugerente color azul, representa con grandiosidad a estas esbeltas columnas
griegas con forma de mujer. En ellas se adivina a Woodman vestida para la
ocasión, autorretratándose como viene siendo habitual, pero sin dejar ver su
rostro.

La
experimentación, como sucede con el uso de la cianotipia, la deconstrucción
del espacio y el hecho de ser la protagonista de su trabajo son tres
pilares que casi siempre aparecen, con bellísimas variaciones en toda su obra. No obstante, el revelado de fotografías
tan amplias como las cariátides es una rara
avis en su producción, que a menudo se presenta en un pequeño formato
cuadrado, en blanco y negro.
La
muestra de la Fundación Canal, de acceso gratuito, se organiza en torno a
ciertos temas que la comisaria Tellgren y la fundación The Estate of Francesca
Woodman, gestionada por sus padres, consideran valiosos. Así, la serie 'On
being an angel', que sirve para dar nombre a la exposición, muestra a
la autora jugando con el espacio y con su presencia, que es a su vez la
presencia de otros seres que siempre merodean por ahí, aunque a veces no se
dejen ver: los ángeles.
Pero, ¿cómo ocupa el espacio un ángel? Exhalando un delicado lirismo, una
minuciosidad y una perfección poco usuales para alguien tan joven, la artista trata
de encontrar la respuesta con un relato de composiciones y posibilidades que arroja una belleza tan fértil como inquietante. En otra
de sus series juega a descubrirse en el espejo cuando, en realidad, parece no
querer verse. Se oculta, gatea y se mimetiza con una geometría perfecta sobre
un fondo decadente que parece retratar sus grietas y las de la vieja
Europa.
Los nueve años - sin descanso - que Francesca Woodman dedicó a la fotografía arrojan un prolífico legado del que ahora se muestran 102
fotografías y seis cortometrajes. En su corta pero estruendosa producción hay metáforas y juego, pero también largas horas de estudio, así como creaciones irreverentes y desafiantes que coquetean con el surrealismo, la
mitología y hasta la moda. Una cita imperdible que se puede visitar todos
los días de 11.00 a 20.00 h. (los miércoles hasta las 15.00 h.) en la Fundación
Canal.
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