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Tras su paso por el Festival de Berlín, donde recibió el galardón Teddy Award a la mejor película LGTBI+, la ópera prima de la cineasta china Lisa Zi Xiang, 'Un perro ladrando a la luna', aterriza en Filmin para obtener el reconocimiento que se merece. Nutrida de financiación española y china, su controversia por sortear la censura china gracias a los hábiles giros en sus diálogos y a un proceso de postproducción realizado fuera de sus fronteras casi termina por eclipsarla, convirtiéndose en una cinta prohibida. Más allá de los obstáculos, la directora ofrece una interesante a la par que silenciosa radiografía de la sociedad china contemporánea.
Huang
Xiaoyu (Gaowa Siqin) se encuentra en un momento crucial de su vida. Embarazada
de seis meses, regresa a China junto a su marido estadounidense, Benjamin
(Thomas Fiquet), para visitar a su familia. Sin embargo, su estancia provoca
que los fantasmas del pasado regresen con más fuerza que nunca. Su
madre, Li Jiumei (Renhua Na), ha recuperado cierta paz al albor de los
dictámenes de una secta budista con la que cree poder resolver su principal
problema: la homosexualidad de su marido, Huang Tao (Wu Renyuan), vista por ella como una enfermedad mental con posible curación. A través de su
desesperada situación, Zi Xiang realiza un retrato teatral en el que se cruza el
presente y el pasado por medio de la culpa, la
intransigencia y un inesperado secreto que, en su recta final, otorga un claro
sentido a los pensamientos volcados.
En
apenas 107 minutos, la obra realiza un despliegue de virtuosismo a través de la hipnótica delicadeza de sus imágenes, provocando que las conversaciones
queden en un segundo plano para dotar del máximo protagonismo a
los gestos y miradas, que proyectan una calmada inquietud, incomodidad y la
necesidad de escapar de un momento de celebración. El espectador asiste a una serie de reproches y silencios que producen
heridas constantes a cuerpos martirizados por su contexto. Huang Xiaoyu ha
invertido su vida en comprender la situación de sus padres, pese a las duras
palabras que siempre le ha dirigido Li Jiumei. A la espera de un lógico divorcio desde su adolescencia, la joven permanece en el ojo del huracán a
pesar de haber comprendido la situación de su padre y seguir al lado de su
madre aun en la distancia.

Con su
regreso a China, el dolor se hace más evidente. Huang Xiaoyu ya no cuenta con los
consejos de un padre ausente, ni con el apoyo de una madre aparentemente frustrada por no haber podido cumplir
con aquello que se espera de ella. Todo ello ha hecho mella en
la joven protagonista, fría y distante pero constantemente preocupada por los demás.
Es ahora que germina en su interior una nueva esperanza junto a Benjamin cuando
podrá crear una nueva familia con la que no experimentar las calamidades de un
pasado al acecho que la cineasta trata de expresar
visualmente a través del surrealismo tan sólo cuando los recuerdos son borrosos y se ven alterados por el paso del tiempo.
Con
música del compositor español Juan G. Escudero y fotografía del director y
productor José Val Bal, la obra es una delicia visual colmada de estatismo
y frontalidad al adoptar una actitud contemplativa y sigilosa. La frialdad de
su imagen acompaña al comportamiento de sus personajes, distantes entre sí, autocensurados por su educación y contexto hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, bajo ese duro corsé de varillas metálicas se esconde la naturaleza de uno mismo: un corazón afligido por los
dictámenes del cerebro, de las ideas que imponen lo correcto para tapar
la agonía de querer haber sido uno mismo y haber tenido miedo de
hacerlo.
'Un
perro ladrando a la luna' está narrada entre susurros y sentimientos
perseguidos, entre amores que nunca se atrevieron a decir a viva
voz su nombre. Lisa Zi Xiang nos ofrece el retrato de la sociedad
china actual frente a una homosexualidad que ya no quiere esconderse ni
volverse errante, sin dejar de lado aquella que permanece latente en su opresión,
incluso personal, fruto del adoctrinamiento y de los juicios añejos
que tratan de esconder la realidad. La cineasta no olvida el papel de la mujer
en su país, mostrando la presión social a la que es sometida desde niña. Después de todo, 'Un perro ladrando a la luna' es capaz de aunar ambas cuestiones para demostrar
que, a pesar del paso del tiempo, aún no existe la libertad requerida para
querer a quien uno ama.
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