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jueves, 25 de junio de 2020

Machismo y COVID-19: crónica de una pandemia

EXTRA!
Mujeres y pandemia

Las mujeres, el eslabón explotado del sistema patriarcal, han vivido la crisis de la COVID-19 desde diferentes perspectivas en función de la situación personal de cada una, pero todas ellas han compartido un denominador común: la opresión de un sistema que las ataca, las mata, las acosa, las invisibiliza, las explota y las violenta continuamente. Según cifras del Gobierno de España, 29.700 mujeres han solicitado ayuda por violencia de género durante el estado de alarma, unas mil más que las personas fallecidas por coronavirus hasta este momento en nuestro país. Esta es solo una de las tan significativas cifras que evidencian esta realidad social.

Mientras muchas pasábamos la cuarentena en casa, matando el tiempo con todas aquellas cosas para las que normalmente nos falta tiempo, muchas otras convivían día y noche con sus agresores. Al mismo tiempo que algunas nos quejábamos de sufrir ansiedad y malestar por el encierro, muchas mujeres sufrían violencias de todo tipo por parte de la persona con la que conviven.

Si nos fijamos en los números, las estadísticas oficiales nos dicen que se experimentó un incremento del 60% en las llamadas al 016, el número de teléfono habilitado para atender a las víctimas de violencia machista sin dejar rastro en facturas ni registros de llamadas. También hubo 295 consultas online y 1.283 consultas de apoyo psicológico a través de WhatsApp. Y no sólo en España. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió del aumento de la violencia machista en esta situación de aislamiento social en diversos países, denominándolo como 'una de las consecuencias de la pandemia'.

Esto provocó que muchas organizaciones se coordinaran para dar su apoyo a mujeres en este tipo de situaciones, al margen de las vías institucionales arriba mencionadas. Un ejemplo es la petición de ayuda a través del código MASCARILLA 19, que pronunciado por una mujer en farmacias de algunas zonas del país provocaba la activación del protocolo para alertar de que una víctima de violencia de género estaba pidiendo ayuda.

Enfermeras

Sin embargo, la opresión contra las mujeres no termina ahí. Las dobles jornadas, los techos de cristal o la precariedad laboral han seguido y aumentado durante la pandemia. Por no hablar de las mujeres prostituidas, que se han encontrado en una situación de vulnerabilidad sin precedentes. Algunas mujeres han quedado aisladas sin recursos en los prostíbulos donde vivían, lejos de sus casas y familias, mientras otras continuaban siendo explotadas sexualmente asumiendo riesgos adicionales. 

Todo ello se ha comunicado en los grandes diarios, radios y televisiones desde una perspectiva morbosa e inhumana, como quien habla de un parque de atracciones cerrado en una crisis. El análisis del tratamiento de la violencia machista por parte de los medios merece un artículo aparte, aunque conviene recordar el escandaloso, frívolo y desafortunado tratamiento que hicieron de la noticia de que una conocida web que aloja vídeos porno ofreciera su contenido premium de manera gratuita para que los hombres no sufrieran demasiado en su encierro.

Si podemos sacar algo positivo de todo este encierro que nos vuelve a corroborar la existencia de un sistema con un grupo opresor - los hombres - y un grupo oprimido - las mujeres - es el gran número de iniciativas de divulgación feminista que inundaron y siguen copando las redes sociales. Desde las Jornadas Abolicionistas online organizadas por Towanda Rebels, con participantes como Ana de Miguel o Rosa Cobo que recomendamos encarecidamente ver, hasta los directos de activistas como Patrulla Feminista. Queda claro que el confinamiento nos ha servido a muchas para aprender y seguir profundizando en el feminismo. 

Menstruitas

Otra interesante iniciativa ha sido la organizada por Menstruita al poner en marcha el primer Congreso online de educación sexual, menstrual, emocional y feminista para niñas. Todo un acierto si tenemos en cuenta la gran acogida. La idea era reunir en cinco días a diversas expertas en todos estos campos que pudieran ayudar a las mujeres a educar a sus hijas tal y como querrían que las hubieran educado a ellas. El resultado ha dado pie a un contenido muy interesante, intensamente compartido y que evidencia que muchas veces las que necesitamos esa educación sexual, menstrual, emocional y feminista somos las propias adultas.

Parece un hecho que este virus que objetivamente afecta a todas las personas por igual ha dañado especialmente a las mujeres. Por no hablar de las médicas y enfermeras que han estado en hospitales y centros de salud atendiendo a todas las personas enfermas, al mismo tiempo que se convertían en uno de los colectivos que más se ha contagiado del virus. Muchas de ellas han estado semanas lejos de sus familias por precaución e, incluso, siguen en esa misma circunstancia a día de hoy.

Tras la situación excepcional que hemos vivido, que no nos hará mejores y que probablemente no cambie sustancialmente nuestras vidas, muchas personas abogan por una salida de esta crisis con perspectiva feminista. Lo que significa esto es bien diferente, dependiendo del interlocutor. Desde el tibio atendamos a la red de cuidados que se propone desde el Gobierno de España al radical desmontemos el sistema, vemos diferentes propuestas de interés sobre la mesa. Mientras tanto, como siempre, las mujeres siguen sufriendo todas las desigualdades, que mutan y se adaptan a todas las situaciones, entre incrédulos, tibios y violentos. En definitiva, entre machistas.


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