EXTRA!

'Hay un antes y un
después de A Chorus Line. Este fue el musical que cambió el paradigma de
Broadway para siempre'. Quien firma estas palabras es Antonio
Banderas, uno de los actores españoles más queridos de las últimas décadas,
encargado junto al Teatro del Soho CaixaBank y a John Breglio de
traer – por fin – a la capital un musical que triunfó en la meca del género en los años 70, donde se mantuvo en cartel durante 15 temporadas con
una reflexión sobre los sueños de los actores y sus sacrificios que, en 1985, llegó al cine, con un Michael
Douglas en la piel de un estricto coreógrafo al frente de un casting para
una obra de Broadway.
Concebido, dirigido y coreografiado originalmente por Michael Bennett, con libreto de James Kirkwood y Nicholas Dante, música de Marvin
Hamlisch y canciones de Edward
Kleban, la producción ganó nueve
premios Tony y el Pulitzer antes de enamorar a Banderas, promotor, impulsor y
creador del Teatro del Soho CaixaBank malagueño, donde a finales del 2019
se disfrutó de un espectáculo que en Madrid cuenta con 26 intérpretes y una
deliciosa orquesta de 15 músicos en directo, bajo la dirección musical de Arturo Díez-Boscovich.
El Teatro Calderón
acoge una producción estrenada el pasado 8 de octubre en la que el gran actor
Manuel Bandera ejerce de director de casting frente a un grupo de personas que han decidido
entregar su vida a los escenarios. No hablamos de los actores que coparán los
primeros planos de los carteles, sino de aquellos que constituyen el coro, la chorus line, arropando a los
protagonistas desde un segundo plano.

Las dos horas y media de espectáculo, sin intermedio, que
configuran el montaje sumen en un absoluto goce a los amantes de las artes
escénicas que no se dejan engañar por la pomposidad con la que a menudo se
envuelven las producciones musicales para impresionar a los asistentes. En 'A Chorus Line' lo que vibra y se
cuela en el corazón del público es el
hecho teatral, la verdad más absoluta (y desnuda) que surge del actor a
través de su interpretación y talento. No se necesitan cambios de vestuario
ni golpes de efecto. La historia honesta de cada personaje, los motivos por los
que han llegado a ese casting y sus sueños son suficiente. Eso y unos actores
que brillan por separado y como parte del conjunto.
El espectador viaja a un teatro neoyorkino, donde una audición para una nueva producción
musical sirve como pretexto para conocer la historia de sus 17 candidatos: Mike
Costa, Bobby Mills, Sheila Bryant, Bebe Benzenheimer, Maggie Winslow, Kristine
Urich, Al DeLuca, Mark Anthony, Connie Wong, Diana Morales, Don Kerr, Judy
Turner, Richie Walters, Greg Gardner, Cassie Ferguson, Val Clark y Paul San
Marco. De todos ellos deben salir los cuatro chicos y cuatro chicas que
acaben sumándose al espectáculo. Zach, el director del casting, les pide uno a
uno que se presenten. Es entonces cuando asistimos a una catarsis de emociones,
bellísimas composiciones, medidísimas coreografías y el descubrimiento de
personalidades muy dispares a las que une una misma pasión: las tablas.
Los sueños y secretos de unos jóvenes que podríamos ser
cualquiera de nosotros se van sucediendo en una misma localización hasta
desembocar en un número final en el que
se unen en una sola identidad colectiva que culmina con una gran ovación de
un público que entiende y empatiza con la pasión de sus protagonistas. Sin
duda, estamos ante el milagro escénico de la temporada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario