EXTRA!

Hay una archiconocida cita apócrifa de George Orwell que reza 'en tiempos de engaños, decir la verdad es un acto revolucionario'. Aunque la frase esté falsamente atribuida al escritor británico, conocido por la denuncia del totalitarismo en sus obras, su contenido está, por desgracia, más vigente que nunca. Es en el espíritu de esta imperiosa necesidad de limpiar la sociedad de las más burdas mentiras políticas que Alberto Reyero ha publicado recientemente 'Morirán de forma indigna' con la editorial Libros del K.O.
Para aquellos a los que el nombre
del autor no les diga nada, Alberto Reyero Zubiri (Madrid, 1962) ostentó la
Consejería de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid entre agosto de 2019
y octubre de 2020, dentro del gobierno de Isabel Díaz Ayuso (Partido Popular) que, por aquel
entonces, compartía con Ciudadanos, la formación de la que Reyero formaba parte.
Dicho de otro modo, fue el máximo responsable de toda la red de centros
sociales y sociosanitarios de Madrid en lo más crudo de la pandemia de COVID-19
que asoló nuestro país.
La pandemia sacó a relucir
algunos aspectos admirables de nuestra sociedad, pero también dejó al
descubierto actitudes despreciables, sobre todo por buena parte del estamento
político. Y esto fue especialmente desolador en el caso de las residencias de
mayores madrileñas, donde murieron 6187 ancianos en lo más crudo de la
primera ola (marzo-junio de 2020), un 21% del total de fallecimientos en
residencias españolas (muy por encima de lo que correspondería
proporcionalmente, ya que sólo un 13% de las personas mayores de 65 años
residen en la Comunidad de Madrid).
Cuando estos datos comenzaron a circular,
la estrategia del gobierno madrileño distó mucho de ser ejemplar. En lugar de asumir
responsabilidades y comprometerse a tomar medidas para conocer y prevenir lo
sucedido, Díaz Ayuso y su equipo más cercano decidió que lo más oportuno era
buscar culpables fuera. El primer objetivo fue el gobierno nacional y en
concreto Pablo Iglesias, entonces líder de Podemos, vicepresidente segundo del
Gobierno y ministro de Derechos Sociales. A su Ministerio se quiso atribuir la
responsabilidad de lo ocurrido, aun cuando las competencias en políticas
sociales y específicamente en residencias están transferidas a los gobiernos
autonómicos.
Culpar al gobierno nacional
funcionó un tiempo, hasta que fue insuficiente. Pronto empezaron a
circular informaciones contradictorias sobre unos presuntos protocolos redactados por el gobierno madrileño donde se ordenaba específicamente al
personal de las residencias de mayores que los residentes no debían ser
trasladados a ningún hospital, independientemente de su diagnóstico, gravedad o
pronóstico. Estos protocolos estaban aderezados con otras instrucciones para
iniciar procesos de sedación en pacientes que entrasen en situación de últimos
días.

La presidenta negó la mayor, fiel
a su doctrina de la mentira perpetua. De hecho, la crisis de estos llamados 'protocolos de la vergüenza' sirvió en parte al Partido Popular madrileño para
denunciar un delirante complot de sus socios de gobierno, Ciudadanos, contra
ellos para así precipitar un adelanto electoral en 2021, gracias al cual logró
hacerse con la mayoría absoluta. En el transcurso de este plan, la presidenta y
sus colaboradores arrastraron por el fango a Reyero, al que acusaron de
deslealtades y mentiras a la vez que descargaban en él toda la responsabilidad
de lo ocurrido en las residencias como titular de la Consejería del ramo. De
hecho, en octubre de 2020, mucho antes de la repetición electoral, Reyero había
presentado su dimisión ante el feroz ataque del gobierno contra su propio
consejero.
Esto es lo conocido hasta ahora, cuando
el libro de Reyero arroja luz sobre la realidad. El exconsejero aporta un
relato minucioso y ordenado, documentado a cada paso (fechas de reuniones,
memorandos, instrucciones, conversaciones…) de lo sucedido en aquellos oscuros
meses. Los hechos: no sólo existieron y fueron aprobados los protocolos que
condenaron a miles de ancianos a la muerte, sino que el gobierno autonómico boicoteó
de forma activa a Reyero, quien solicitó de forma reiterada la necesidad de
intervención sanitaria ante el desastre que estaba sucediendo en las
residencias, a lo que los consejeros del Partido Popular se opusieron de forma activa.
No podemos aquí profundizar en
las vilezas, traiciones y comportamientos casi criminales que se relatan en el
libro. Sería imposible transmitir el sobrecogimiento que Reyero deja en negro
sobre blanco con un relato que sería digno del más fantasioso thriller
político. Disfrutable hasta que uno recuerda que los muertos son de verdad y la
bazofia política también. Entonces llega la náusea y la rabia. Y pese a ellas,
este testimonio es necesario y fundamental si no queremos que los muertos caigan
en el olvido.
Debe de haber sido
extraordinariamente difícil para Reyero publicar lo vivido, con todos los datos
disponibles, después del vilipendio público al que le sometieron sus compañeros
de gobierno. Lo fácil, suponemos, habría sido pasar página. Dejar atrás
aquellos meses de pesadilla y navegar en costas más amables. Reyero podría, en
definitiva, haberse olvidado de aquellos miles de ancianos muertos (o quizá
sería más apropiado decir ejecutados) y sus familias. Pero sucede que, a veces,
existen personas dignas. Aquellos que, sabiendo que nada de lo sucedido fue su
culpa y que el gatillo lo apretaron otros, deciden poner su cara y su nombre
para denunciar lo innombrable, la ignominia que nunca debió suceder. Sin este relato, los actos indignos del gobierno madrileño seguirían siendo
sólo rumores e informaciones confusas y los muertos un recuerdo vago perdido en
la bruma de las mentiras.
Pero ya no podemos eludir la realidad. Ahora corresponde al resto de la sociedad y al sistema judicial actuar para que los autores de este genocidio respondan por sus actos. A nosotros sólo nos queda animar a quienes lean estas líneas a leer el libro de Reyero para conocer lo sucedido. Porque como dice otra cita apócrifa, en este caso del libro más famoso del mundo, 'la verdad os hará libres'.
Ojalá se haga justicia con este tema e indemnicen a las familias afectadas, una vergüenza lo q pasó y un genocidio si. Espero que esto no se olvide a la.hora de votar este domingo...
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